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No Exit…un camino para Sartre

El pasado domingo 18 de mayo de 2014 un grupo de emprendedores de la escena teatral venezolana,  la joven agrupación de teatro La Salamandra, intentó emprender un camino de logros, para presentarnos No exit (A puerta cerrada),  del escritor filósofo francés  Jean Paul Sartre (1905-1980), en la sala Rajatabla en Bellas Artes, Caracas.
Por: Julio C. Alcubilla B.
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A diferencia de quienes me antecedieron en el abordaje crítico de éste montaje, intento partir del análisis descriptivo de la puesta en escena del Grupo La Salamandra, que nos recrea la limpieza frenética del color blanco, comprendiendo que lo que para muchos fue un acierto, lo asumo como lectura revisable… Me hizo falta adentrarme en una atmósfera menos efectista, más intimista, quizás  algunos elementos góticos,  conectarían al espectador en un plano perceptivo y convulsionado.

Esta obra se estrenó en la escena mundial, en conjunto con la liberación de Paris en Mayo de 1944….el Infierno son los otros". La visión del espacio escénico concebida por Sartre, ha de incluir cuartos, pasillos, estructuras o divisiones, mencionadas en la obra, para colocar según mi lectura, al espectador en un recinto de tortura psicológica, de elevado carácter introspectivo.  En el que no se reconoce torturador alguno, pero, que en ese recinto ideal para la presión kinestésica de cada uno de los personajes, se desarrolla la obra. La conexión con la tierra en tal sentido se desvanece y los vivos prosiguen en su rol de abandono, en el que sus pensamientos lideran como metáforas existencialistas en relación con la compañía de los otros.

A juicio de algunos, ésta obra concebida por Sartre,  explota el concepto de la influencia de las miradas ajenas, en las cuales la psique personal ha de dominar la escena y debe proponer el discurso actoral más allá de la exacerbación del gesto o de la palabra. En el infierno no existe el tiempo presente, la vida sin costo y sin meta es lo cotidiano, no existe el dormir solo la vigilia perenne de nuestro pensamiento, que según el autor, nos conduce al hilo nefasto de una inexistencia dentro de la existencia. "Garcin", se erige como personaje para maltratar sádicamente a su mujer y ser un traidor.

Analizando la concepción de cada uno de los roles ofrecidos por Sartre, todos parecen eslabones de una cadena en los que la fuerza expresiva e introspectiva, demanda la energía del otro. Cada personaje es un lazo para el otro, existiendo una dependencia demoniaca. Sartre fija la mirada del otro desde la atmosfera infernal, situando al mismo tiempo a la sociedad actual que se alimenta de juicios externos y propone el miedo a mostrarse libremente, naturalmente, espontáneamente; sin que la censura social ni la propia, deformen nuestro derecho.

Ocultando al ser en su valor se catapulta al no ser en su debilidad, mostrándolo en el vacío de su sentido por la vida; este vacío le impone una máscara a cada personaje, para aparecer así ante el espectador, la mueca de la supervivencia del mismo ser, del Yo, de la persona que convive en el infierno, de lo que pretende el otro que éste sea… Por otro lado… es síntesis autobiográfica del espectador en las sociedades actuales. "No gritaré, no gemiré, pero quiero mirar la situación de frente"… "No quiero que me salte por detrás sin que pueda reconocerla"… "No, no me levante la cabeza, sé lo que ocultas con las manos, sé que ya no tienes rostro".

Los encuentros narrados por Sartre, si bien es cierto, definen motivos psicológicos de coexistencia humana, al mismo tiempo impiden una relación naturalmente neutral con el otro. Cada cual ve en el otro lo que espera ver. Los tres personajes pretenden quebrantar la atmosfera del silencio que se prometieron cumplir y en esa tarea se precipita la desconfianza gestada en el contacto con el otro. Surge el temor que impide una exposición plana o coherente en el lenguaje, todo se traduce en conflicto que brota del texto-palabra o del texto-gesto, para sucumbir en el silencio y mitigar la energía para no hacerse daño. "Pero cállense (pausa)… nos sentamos de nuevo tranquilamente, cerramos los ojos y cada uno tratará de olvidar la presencia de los demás".

Profundizando aún más en esta obra de Paul Sartre, nos topamos con elementos metafísicos, que se nos presentan como rescate. Sin embargo esta concepción no está apegada a los aromas místicos o elucubraciones teológicas,  más bien alude al acercamiento mediante un texto que nos golpea cara a cara. Comprendiendo a través de ello que el pensamiento como eje precursor del interior, se fragmenta, se rompe por el mismo conocimiento y el pretendido engendro de su trascendencia. Sartre nos muestra en "A puerta cerrada" que la trascendencia del otro ser, comienza con la negación para acceder de modo asertivo a su existencia. La condición humana en tal sentido pareciera reducirnos a nuestros propios límites monódicos o aquellos que nos generan conformar una especie "sola, única"…el yo…como dogma que define existencia… dibujando una salida posible de nosotros mismos a través de la  propia existencia del otro.

El montaje minimalista La Salamandra, intenta resolver el concierto de acciones, como unidades distinguibles o asimilables.  En el que la trama, hace eco del trabajo actoral y hasta cierto punto, lo oprime, pues sólo el peso actoral, nos zambulle en la escena. Las interpretaciones de los personajes de José Garcín por el actor Edmundo Bianchi e Inés Serrano por parte de la misma Directora de la obra Loredana Volpe, deben ser revisadas, o tal vez comprendidas desde la perspectiva de un trabajo en estudio…en proceso aún no concluido. 

Entendemos sin embargo, que son jóvenes actores frente a un texto de gran envergadura…que precisa de mucha existencia y experiencia en las tablas, para alcanzar desarrollo o mostrar ser convincente.  Ciertamente el resultado artesanal, nos compromete como espectadores, justificando el arrojo que tuvieron para intentar emprender un camino hacia el éxito aún no logrado…  Sin embargo, un trabajo que resalta y en esto coincido con mis antecesores, es el de Fabiola Arace, pues araña en su fuerza, lo plausible, lo enérgico y lo convincente. Su transfiguración de efervescencia juvenil, plena de coquetería, encanto y destacada frivolidad…logra seducirnos y atraparnos en su discurso actoral.

Este montaje lo identifico como un proceso revisable para conquistar la buena escena…

Fuente: Lic. Julio C. Alcubilla B.-
Artes Escénicas

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