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Los hemisferios teatrales en la obra breve «La Creme de la Merde»

La historia intenta mostrarnos la escasa preparación que María Antonieta tenía para lidiar con una serie de protocolos en el palacio de Versalles. La decadencia de la aristocracia Francesa, con ésta revisión, sumerge al espectador en la risa espontánea de escaso contenido, e intenta conectarlo con su simbología.

Por: Julio C. Alcubilla B.
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El microteatro como formato, impulsó a dos creadores de la escena, Roy Lorenzo y Meche Barrios, bajo la dirección de Alexander Rivera, intentar en quince minutos justificar su concepción teatral. Basados en una semántica que se debatía entre el arte del mimo y gestos improvisados, ricos por momentos en sonidos guturales.  María  Antonieta,  (quien fue archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia y de Navarra),  se nos presenta como un personaje de parodia, envuelto en una estética escatológica, relacionada incluso con el olor a excremento…

Colocando en contexto el género del mimo, para acercarnos a descubrir el horizonte de ésta propuesta escénica, me permito reflexionar en algo de la historia. Según los griegos y los romanos en el Mundo Antiguo, el mimo era el farsante que plasmaba su centro expresivo, en un arte cómico de género más bajo. Una especie de bufón, que a través de la gesticulación e imitación de  las escenas del diario vivir, se valía de gestos y del silencio; destacándose por movimientos corporales lentos, evocadores de un principio teatral: el arte del silencio.

 

Su valor pretendía expresar una historia, sin mediar ningún tipo de lenguaje hablado. Según algunos investigadores, éste arte se remonta a las orgías dionisíacas, esencia que posteriormente fue distorsionada por la moral. En Grecia, el auge del espectáculo mímico provocó la reacción de los hacedores de teatro, quienes para no quedarse atrás en la competencia con el mimo, agregaron la acción corporal a su trabajo escénico.

En Roma por su parte, el mimo devino en pantomima, el cual fue referido a Livíus Andrónicus, un actor griego esclavizado por los romanos, quien actuaba en espacios al aire libre. Andrónicus según la historia…se quedó afónico durante una representación y para continuar, le pidió a uno de los coreutas que dijera el parlamento mientras él hacía como que hablaba, y moviéndose y gesticulando, se descubrió subrayando corporalmente las palabras. Más cerca, en nuestra historia contemporánea, Etienne Decroux, en 1929 comienza sus estudios, interesándose por el cuerpo, explorando e inventando nuevas formas de expresión. Quien  luego de haber visto en el museo del Louvre, las obras de Egipto o del impresionismo, se sale avergonzado de ser actor y renuncia a la pantomima. Considerando al Mimo como un fin y no como medio o complemento de otro arte, esbozando sus fundamentos. Entre sus principales alumnos podemos citar a Jean-Louis Barrault, con quien trabajó al principio de sus búsquedas; a Marcel Marceau, quien modernizó la vieja pantomima francesa, utilizando la técnica de Decroux y a Ángel Elizondo.

Sería justo considerar, que el trabajo llevado a cabo en la obra La Creme de la Merde, en la reciente iniciativa del microteatro Venezuela 1/4, entre el 18 de Junio al 13 de Julio, en Urban Couplé del C.C.C.T, en Caracas, pudiese ser revisable, en su intención de producir novedades gestuales no previsibles. Sin duda alguna considerando el género, se debió poner mayor énfasis en su creación o recreación de la realidad, más allá de la visión de un vestuario, muy creativo y escenografía aceptable, producido con materiales de desecho. Obviando quizás ese  pragmatismo creativo en el abordaje gestual y desplazamiento escénico.

Intentar profundizar más en esa capacidad de imaginar y plasmar, en el discurso expresivo, evitando los actores sentirse seguros de lo planteado. El mimo, debe ser el portavoz de una imagen inclusiva, aquella que equivale a sentirse implicado como un todo: físico-energético-cinético-postural-espacial. Cualquier espectador, (el que sólo busque reírse gratuitamente, o aquel que persigue la valorización escénica del arte teatral en una comedia), debe interrelacionarse con ese planteamiento gestual y con el producto escénico alcanzado globalmente.

Es de considerar por igual, que el código o lenguaje a través del cual el mimo intenta comunicar, es la acción presente, la misma debe producir en el espectador diferentes evaluaciones emotivas. Probablemente éste montaje, intentó estar relacionado con la Comedia del Arte, proponer los secretos del lenguaje corporal, en el que destaca la expresión y comunicación corporal, en cuyo caso, fue de densidad extrapolada en ésta obra. Es posible que la intención haya sido  narrar a través del trabajo corporal y cada parte del cuerpo, un significado transmisor de emociones, sin embargo el eje de dirección, pudo haber alcanzado mayor justificación. Finalmente,  el movimiento no es sólo expresión física, sino del pensamiento y de las ideas. Elizondo, lo expuso muy bien, cuando comprendía el trabajo del mimo, "la palabra cuando emerge queda más bien ligada al hecho o a la acción, porque la creatividad se indaga a través del cuerpo y no del texto".

En otro orden de ideas el travestismo en las artes escénicas, notoriamente distinguido por el actor Roy Lorenzo, además de constituir una representación simbólica externa de la sexualidad opuesta a la asignada de nacimiento, ha de implicar en el trabajo actoral que pretende alcanzar logro, una revisión en la interpretación actoral y responder a la comunicación externa entre dos sujetos: el yo…diferente o el mismo que el otro , en términos sexuales;  no obviando el alcance del ciclo: personificación, actuación, fingimiento y personificación. Desde esta perspectiva la función del travestismo, dentro del teatro, ha de permitir la transformación del personaje en otro de sexo contrario, convirtiéndose  en una criatura de ficción, ejecutora de una histriónica impostura pero no alejada de la verosimilitud narrativa ni descriptiva. En tal sentido, pudo haber sido meritorio el trabajo, si más allá del disfraz (vestuario), hubiésemos apreciado la construcción del personaje de María Antonieta, mediante la elaboración de un microcosmos, de una ficción teatral dentro de la propia obra. Lo cual requería más allá de algunas expresiones faciales que se repetían, alcanzar interpretaciones gestuales determinadas, muestras de un estudio del arte del mimo.

En ésta obra, dos personajes principales disfrazados, nos mantienen atentos al juego de sus personalidades y el entrecruzamiento de las identidades, lo cual debiese provocar esa peculiar lectura en la que se circunscribe la teatralidad de la comedia. Sin embargo, la escasa multiplicidad de gestos como recursos histriónicos, en una obra que alude a un trabajo de mimos,  imposibilita la lectura clara de  la superposición de los recursos histriónicos. Dejando al espectador solamente inmerso en esa risa por momentos revisada, en otros muchos en posición contemplativa. El espectador de La Creme de la Merde", no se detiene a reflexionar y a discernir,  acerca de quién es quién en éstos dos personajes, porque la velocidad a que se suceden las escenas no le permite retroceder.


Elogioso  el trabajo de vestuario, concebido en gran parte con material de desecho. El Maquillaje y Caracterización
. Sorprendente en su paleta de colores, unido a la escenografía, sin duda alguna un trabajo de investigación, creatividad y expresión semiótica de elevado acento.

 ¿"Vive la Merde"'?…

Fuente: Lic. Julio C. Alcubilla B.-
Artes Escénicas

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