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«Lo nunca visto» solvencia escénica que traspasa lo emotivo en un divertimento expresivo

Personajes de los que nadie o muy poco desean hablar, en los que todo el mundo se puede reconocer. Ofrecen un espectáculo cuya solidez, asoma lo poético haciéndose trascendente. 

Por: Julio C. Alcubilla B. /Récord Report Internacional en THP/Artes Escénicas
Análisis Crítico del Hecho Teatral.

En esta entrega teatral de la Compañía Teatro La Estampida de España, tuve el inmenso placer de entrevistar al elenco, que hizo posible conectarnos con un espectáculo sólido, emotivo, divertido y profundamente reflexivo. Belén Ponce de León, Ana Turpìn y Alicia Rodríguez, me permitieron a través de una charla amena, plena de carisma y solvencia argumentativa, acercarme previamente a una función, profundamente teatral. 

Este colectivo partió de un taller de ideas, expuestas a través de una mesa de trabajo, para el desarrollo de la dramaturgia, Y luego José Troncoso el director y dramaturgo, ordenó ese universo de ideas que dio forma al texto. 

El esfuerzo de esta compañìa desde el punto de vista del hecho teatral, ha sido siempre hablar de mujeres o personajes más maduras, un poco olvidadas. Y en este caso en concreto, para el espectáculo "Lo Nunca Visto", nos hablan acerca de una profesora de danza,que la van a sacar de la escuela, porque no tiene dinero para pagarla. Y ella antes que la cierren, decide hacer un espectáculo que se llama "Lo nunca visto".
Convoca para ello a sus antiguas ex-alumnas y sólo aparecen dos de ellas. Un ama de casa con una cierta particularidad, la cual viene huyendo de su marido por malos tratos. Y la otra alumna es una Yonki, drogadicta, que además padece de SIDA en fase terminal. 

En esta obra se habla de aquellos personajes que nadie o pocos suelen hablar, de los marginados, de los más oscuros. Estableciendo de entrada en la arquitectura de los roles interpretativos, de estas comprometidas y sólidas intérpretes, un intenso trabajo  que invita  al espectador más allá de lo psicológico a constatar  como accionan, qué les lleva hacer lo que hacen, que les mueve a reunirse. 

Personajes en los que todo el mundo se puede reconocer, pero que a la vez son distinguidos por las decisiones que toman y como una decisión puede cambiar sus vidas. En esta pieza teatral se nos muestran mujeres que han tomado decisiones, que se podrían considerar erróneas, pero que a su vez las llevan por unos caminos o resultados sorpresivos.

Según los cuáles el espectador irremediablemente se hace partícipe con lo excepcional de estos personajes, analizando que una drogadicta en la calle si uno la ve, se cruza de acera. Sin embargo la obra intenta que el espectador entienda esa situación, que se vincule con estos personajes y con su lado oscuro, aunque muchas veces sea negado, considerándolo que es de otros. 

Al momento que juzgamos o señalamos al otro, nos olvidamos quienes somos en nuestras pequeñas y grandes cosas. Este es un espectáculo que mueve esas cosas, considerando a la vez, que el ser humano tiene muchas capas, aunque todo se trata en la escena con una fuerte dosis de humor. 

Un lenguaje escénico distinto, que acaricia al espectador y le da luego una bofetada, en esa energía y actitud tan humana del castigo-recompensa. Sin embargo, no por mostrar la parte oscura, deja de ser un espectáculo luminoso, sensitivo, didáctico, alexionador. 

Una propuesta llena de luz y de esperanza, en el que no se le da de golpe todo al espectador, sino que por el contrario, este se hace parte de la escena, saliendo irremediablemente impactado y modificado en sus antagonísmos. No es un espectáculo sólo para entretener, sino que es una catapulta para las reflexiones.

Además de ello, estamos en presencia de unos personajes que si se quiere son clásicos, cuyos arquetipos se plantean como una búsqueda, que roza la tragedia griega. 

Tal es el caso de Araceli, un rol representado por Belén Ponce de León (la profesora de danza casi parapléjica). La cual consciente de su mediocridad, pero a la vez con muchas ganas y fuerza , intenta hacer un espectáculo y de esta manera cantarle a la vida.

Esto la lleva por un periplo y aún así hace lo que sea para conseguirlo, porque su vida es una vida entregada completamente al arte, a la danza. Surgiendo así un homenaje que se le hace a esos creadores que lo han dado todo por enseñar y transmitir. 

Tres protagonistas nos brindan la oportunidad a través de sus interpretaciones sorprendentes, dinámicas, tan reales como es la vida de las artes profundas. Ellas se comprometen a expresar y exponer  la vida de estos personajes. Llegando a un extremo de su arco interpretativo en el que bailamos con ellas, ensayamos, comulgamos con su llanto, reímos y hasta sudamos.  

Es una pieza que nos propone esa conexión en la que realizamos una catarsis colectiva, hallando en nuestro interior la posibilidad de redimir nuestras vidas, nuestras decisiones al comprender cuáles fueron nuestras motivaciones en el pasado.

El colectivo teatral español La Estampida, bajo la producción ejecutiva de Kike Gómez y la dramaturgia y dirección de José Troncoso, conciben un espectáculo no alejado del dramaturgísmo, en el que tenemos la oportunidad de evidenciar como se construye y se desconstruye la escena, en la vida de tres personajes. 
Intérpretes que rozan en su desencarnada propuesta interpretativa, llevándonos como espectadores a reconocer nuestros miedos, limitaciones, sentimientos, vivencias y creencias aprendidas desde la niñez.  
Jugamos incluso con el tiempo y el espacio, en esa traslación temporal, que nos invita a la vez al cambio o a la trasmutación de aquello que es esencial en nuestras vidas. Por otro lado evidenciamos en esta propuesta, la aproximación del teatro dentro del teatro como metáfora.  

Coincidiendo con otras valoraciones críticas acerca de este montaje, "las alegrías y los grandes dramas se nutren de momentos cotidianos, íntimos y personales".
Una entrega teatral meticulosamente trabajada, en la que la voz y el cuerpo componen una dramaturgia no alejada de la musicalidad. Alicia Rodríguez, Belén Ponce de León y Ana Turpin, nos proponen un viaje lumínico y carismático, pleno de fuerza interpretativa para un resultado tan creíble como insospechado. 

Rozando esa perfección en la construcción escénica, en la que los movimientos estudiados, la manera de decir, ese abanico reiterativo de palabras, el preciocismo de la estética, el vestuario con tintes caóticos, algo retro, creado por Miguel Ángel Milán y ese poderoso maquillaje, indiscutible elemento semiótico  cargado de simbolísmo,  en el que el pasado y presente confluyen, en animoso diálogo. 
Todo ello nos hace concluir en la solidez de un espectáculo memorable, evidenciando la obra de un gran creador, José Troncoso y su maravilloso elenco, cuyo poder se haya en ese rozar el alma, a través de esa energía muy propia de su tierra andaluza, mediatizada por el acento irónico y mordacidad escénica.

FICHA 

INTERPRETACIÓN Alicia Rodríguez, Belén Ponce de León y Ana Turpin

DRAMATURGIA José Troncoso

ILUMINACIÓN Juanan Morales

ESCENOGRAFÍA Juan Sebastián Domínguez

ASESORÍA y VESTUARIO Miguel Ángel Milán

FOTOGRAFÍA y AUDIOVISUAL Susana Martín

DISEÑO DE CARTEL y GRÁFICAS Agus Burgos

PRODUCCIÓN EJECUTIVA Kike Gómez

PRODUCCIÓN La Estampida

DIRECCIÓN José Troncoso 

Fuente: Julio C. Alcubilla B./ Récord Report Internacional/ Artes Escénicas

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