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«Las Dos Fridas» cuando la escena se resuelve en lo orgánico con el objetivo de quebrantar al alma

Por: Julio C. Alcubilla B./Récord

Report Internacional en THP/ Artes Escénicas

José de Jesús Gonzáles como dramaturgo y director, una vez más junto a

su elenco, es capaz develarnos la fuerza inspiradora del personaje Frida Kahlo,

logrando que el espectador revise, manosee, se sienta parte de una vida por

encima de la ficción

La obra la había visto hace dos años en el formato del microteatro, me resultó conmovedora, impetuosa y algo desbalanceada por la fuerza interpretativa de  Anabell Lobo sobre el trabajo de Yarmila Barrera, ambas connotadas actrices de gran templanza escénica.
Volví a verla en esta versión de poco más de una hora, con el mismo elenco y realmente el trabajo gana mucho, la escena se potencia, y el eje de dirección demuestra con eficacia y luz, el trabajo de actrices alcanzando una sólida dimensión.
La pieza teatral comienza a ganarnos como público, a partir de reconocer el esfuerzo minucioso de la producción, que no escatimó detalles, para profundizar en el valor artístico, semántico y a la vez semiótico, de una escenografía cuya potencia visual, resumen un espacio escénico cuidado en detalles. La escenografía de Manuel Ignacip Madrid, iluminación de Jorge Gómez, Producción de Paola Tommasino,el vestuario de Yarmila Barrera, completan esa bienvenida a un espectáculo de notable factura

Acerca de la obra que inspiró a los creadores de la escena
Frida Kahlo pintó este doble autorretrato mientras se tramitaba su divorcio con Diego Rivera. Es un lienzo enorme (las figuras son casi de tamaño natural) y como todas sus obras, simboliza lo que estaba viviendo en ese momento.
Frente a un fondo tormentoso, dos Fridas gemelas, agarradas de la mano, comparten un banco verde. La de la derecha es la Frida amada por Diego y la de la izquierda es la Frida que el pintor ha rechazado. Las dos tienen el corazón a la vista, expuesto y vulnerable, pero el de la Frida de blanco está además roto.
Los vestidos que llevan las dos permiten a la artista reivindicar sus raíces europeas e indígenas (su madre, Matilde Calderón, era mexicana y su padre, Guillermo Kahlo, era de origen alemán). La Frida rechazada lleva un vestido de novia estilo colonial, parecido al que llevaba su madre cuando se casó con su padre y la segunda Frida lleva el traje regional de tehuana, el tipo de indumentaria que empezó a utilizar cuando se casó con Diego.
Las dos mujeres comparten la misma sangre, que pasa de un corazón a otro a través de una larga vena. Del corazón de la Frida tehuana, sale otra vena que se le enrosca por el brazo y acaba en la miniatura que sujeta en la mano. 
Es un diminuto retrato de Diego, que hizo a partir de una fotografía de cuando era niño. Sin embargo, la vena que sale del corazón de la Frida rechazada está cortada. A pesar de que ella intenta detener la hemorragia con unas pinzas, la sangre sigue saliendo, manchando su vestido blanco (las gotas se confunden con las flores bordadas de la falda). 
Gracias a una frase que escribió en su diario, dedicada a Diego, podemos saber qué significaba este cuadro para ella: "Mi sangre es el milagro que viaja por las venas del aire, de mi corazón al tuyo". Al separarse de Diego, Frida se desdobla en la mujer que era antes de conocerle (la Frida de blanco, más europea) y la mujer que era cuando estaba con él (la Frida  tehuana). La ruptura ha cortado la vena que la unía orgánicamente a Diego (la miniatura) y por mucho que intente contener la sangre, símbolo de su amor por él, ésta continuará brotando, hasta desangrarla por completo.
José Jesús González intenta a través de una propuesta contundente, por un lado rozar el alma, por el otro comulgar con parte de la historia de este personaje, inspirado en el único cuadro que realmente vendió la artista…y del cual muy poco se ha hablado en la escena teatral del mundo.
Frida Kahlo se nos ofrece como una mujer que se saciaba o exponía con ímpetu el ser diferente, de manifestar un arte poco entendido para su tiempo, complementado con la creación de un personaje sobre sí misma, su forma de vestir y en sus hábitos. Su actitud rebelde no la alejaban de sentimientos por igual incomprendidos, acunados en una sensibilidad casi blasfema,  en la que el mundo se le antojaba opaco, frente a su luz. 
Frida se convirtió en una fuente inspiración en el siglo XXI. Esa es la premisa de esta pieza, en la que el popular cuadro "Las dos Fridas" cobra vida en un museo.
Es una pieza teatral que nos expone a través de sus intérpretes el carácter profético y profundamente innovador de su enfoque. Que incluso podríamos abordarla en el análisis crítico del hecho teatral, comparándola con lo que el filósofo Edmund Husserl exponía al reconocer como se estructuraba el ego y el alter-ego. O lo que el denominaba "de donde llega el otro de-si-mismo".
En esta revisión escénica de como el personaje de Frida Kahlo, se constituye como esa mujer cuya dimensión la sitúan en una mirada hacia los otros, los observadores, incluso al espectador acucioso. Alcanzando su tematización de la intersubjetividad, que nos impone analizar sobre la dimensión ontológica del personaje, la mujer, la artista, su tiempo y del otro.
Por otro lado cada una de éstas intérpretes nos logra evidenciar con eficacia en su construcción dramática, el "ego cogito" el cual comienza a constituirse a partir del "solus-ipse", un vocablo que nos define un mundo circunstante, válido porque adquiere sentido a partir del sujeto reducido.
El personaje entre ego y alter ego, no puede vivir, experimentar, pensar, valorar y obrar dentro de ningún otro mundo que no sea en el que su "Yo" ha sido creado y por si mismo posee sentido y validez. 
Colocándose Frida Kahlo en la obra de teatro "Las dos Fridas" a si misma por encima de toda esta vida, absteniéndose de llevar a cabo cualquier creencia, que la impulse a tomar  al mundo directamente como algo existente. Sin que parta en su visión el dirigir exclusivamente su mirada al yo, que al final le permite exponer ante la sociedad y por ende ante el espectador, ese ganarse a sí misma frente al mundo. En la que su ego puro se nos presenta con sus grandezas y debilidades, alcanzando la conversión "trascendental" que forma parte de su legado. 
Coocidiendo con lo expuesto anteriormente, en la que una actriz actúa como la Frida sufrida, la otra tiene las características de la razón y de la locura a la vez. La artista se cuestiona sobre su personalidad, su vida, sus padecimientos físicos, su familia y sus amantes, y además de conversar con su alter ego, se aproxima a la audiencia.
Al mismo tiempo Frida nos ofrece su desmitificación, una Frida irreverente que juega del consciente al inconsciente, del amor al desamor, de la vida a la muerte y del cielo a la tierra, una mujer exitosa pero que no perseguía el éxito… "Me pinto a mí misma, porque soy a quien mejor conozco"

Fuente: Julio C. Alcubilla B.

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