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«Instancia Secreta»: de la trilogía «Criminales'' o cómo la justicia suele aplicarse en la ignominia

Por: Julio C. Alcubilla B./Récord Report Internacional en THP/ Artes Escénicas

Reynaldo Hidalgo López, Director y dramaturgo, nos presenta en este segundo monólogo, del espectáculo Criminales, la historia de Rogelio Marcano. Un abogado, usuario de la norma, que la manosea y a la vez deforma. En el trabajo de un actor, escogido con acierto para darle vida a un personaje, cuya gallardía, sexualidad y poder, desencadena en la aniquilación de esta visión caótica de la sociedad contemporánea.

Una propuesta en la que se revisan cuarenta años de nuestra historia contemporánea, mostrando el resultado de un colectivo, que opta por verse en el espejo continuamente, olvidando que debió en esencia haber sido creada para evolucionar al ser.  Y que se ha  empeñado en ser bella, en producir belleza para el consumo. Llegamos al momento en el que el usuario de esta norma se coloca al servicio de su propio narcicismo y esto determina la manipulación a su vez de la norma y por ende de la debacle de la sociedad.

Dentro del contexto de la dramaturgia y del universo interpretativito, el actor Daniel Romero evidencia en su organicidad y teatralidad, cómo los intereses consumistas del personaje, su propia estética, su belleza masculina o virilidad oferente, se expone para cualquiera, bien sea hombre o mujer, determinando sea usado. Negándole la posibilidad de que lo único que no ha podido alcanzar, en su vertiginosa carrera de éxitos, es el amor, por ello lo anula.
 
Surgiendo esa imagen connotativa de una sociedad exitosa, en la cual aquello que no le es complaciente, lo aniquila, lo oculta, lo aparta, no aparece en los medios, no se visibiliza.


El personaje Rogelio Marcano tiene un amante homosexual, al igual que una amante mujer, expresado esto sin mayor trascendencia, para que surja otro hombre, otro personaje, que es el que lo acusa. El mismo destaca en la escena de manera omnisciente.

Existiendo además varios personajes que juegan en la escena: una mujer asesinada hace quince años, amante del asesino protagonista, que a su vez representa al amor no correspondido. La bajeza del personaje principal, además le lleva a culpar a otro hombre del asesinato,  un pobre jornalero que trabajaba en su casa. 

Por otro lado, una esposa, destacada a través de su giro interpretativo sorprendente tras la memoria citada, develando que la misma tiene a un amante. Comprendiendo este hecho como una excusa del drama, que interactúa con la figura de un hombre que sale en libertad, y que comienza a ser perseguido, para saldar la deuda del protagonista.

Daniel Romero apuesta en su interpretación por el equilibrio entre la vivencia y expresión, en ese proceso en el que no se ha de confundir amor a la verdad, con miedo a la mentira. Expresando los contenidos de su monólogo, como signos entendidos para posibilitar relaciones de empatía con el espectador. Proponiendo a su vez un arma cargada de recursos, en el que al ser protagonista de esa fugacidad, nos muestra en esencia el arte que lo habita, más allá del prototipo de macho alfa seductor.

En su trabajo dentro de la escena se crea vida para ser representada, la cual es asumida tras la conciencia que no debe ser mitificada.  Alcanzando ese algo potente, denso, lleno de vida y de imaginación. Una vez más pudiésemos concluir al analizar su valor semántico dentro de la escena, que nos ofrece un personaje orquestado a través de las concepciones del de naturalismo, realismo y estilo.

No suponiendo ello una elección arbitraria, respondiendo para dejar claro ese binomio vivencia-expresión, que promueve su trabajo. Por otro lado, profundiza en lo lingüístico, cuando aborda la nueva trascendencia de la forma de decir,  cuando de alguna manera se aleja de la naturalidad coloquial, del hablar cotidiano.

Por momentos logramos leer la construcción de un personaje de estilo, evidenciado a través de esa potencialidad, que nos habla de realidades lejanas con conflictos no tan lejanos. Concebidas además a través de una gestualidad ditirámbica, que responde al exceso, imponiéndonos como espectadores una revisión de un nuevo equilibrio que hay que descubrir.

En este monólogo existen cuatro personajes telefónicos, que rondan al mundo del protagonista y que de alguna manera son su alter-ego. Cada uno representa una lectura de su historia y sus necesidades. Esto se evidencia en la misma apatía, develando un único momento en el que este personaje ególatra, ante la posibilidad de tener un hijo, sucumbe en el crimen pasional. Evidenciando así una fibra animal, en la cual su virilidad se ve truncada al comprender, que ese único ser que llegó a amar, lo mató, cayendo en el espiral de su propia decadencia.

Partiendo de que los sentimientos humanos están negados, porque el personaje los anuló, sobreviviendo así la sociedad material.


En la escena, un contundente elemento semiótico, una máquina de escribir antigua con vida propia, se nos ofrece como la conciencia del personaje. La cual solamente despierta bajo los efectos orgánicos alucinógenos. Después de tanta droga, se manifiesta que una de sus cualidades como efecto en el organismo es disociar la conciencia de la inconciencia.

Despertando así esa metáfora en la cual el hogar donde reposa la culpa, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia historia, como seres humanos, en especial al profundizar en la religión. Porque las normas, tienen su origen en el derecho religioso.

Este personaje lo asume y nos lo muestra, como si su conciencia estuviese apagada, basándose en su propia capacidad de tenerlo todo, hasta que descubre que lo mantenía en suspenso.
 
Reconociendo como espectadores acuciosos, que ese sentimiento de culpa al saberse perdedor, frente a la posibilidad de convertirse en un recluso. Destruyendo así toda su carrera, le asoman esa posibilidad real de que realmente es un perdedor, al convertirse en criminal de su mujer y criminal de su dignidad. Hecho que constantemente reposa en su psiquis y le reclama.

Podemos concluir que en esta acertada oferta de Reinaldo Hidalgo López, Director y dramaturgo, y su actor, nos asoman esa sociedad en decadencia, de la cual formamos parte y es necesario reflexionemos en pro de su evolución con emprendimiento y decisión. 

Fuente: Julio C. Alcubilla B./Récord Report Internacional en THP/Artes Escénicas

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