Mundo Móvil

El futuro de los negocios inalámbricos

Los teléfonos inteligentes son cada vez más inteligentes y poderosos y su popularidad cambia efectivamente la manera de trabajar.

Hoy, los empleados llevan sus dispositivos móviles personales a su sitio de trabajo y esperan que puedan ser habilitados para operar con las aplicaciones de oficina. Al mismo tiempo, desean que eso no impida sus actividades sociales rutinarias, realizadas en redes como Twitter o Facebook. Este fenómeno obliga a las empresas a tomar consciencia de la necesidad latente y a adaptarse a la realidad. Incluso, existe un neologismo de gran aceptación que describe esta transformación: «consumerización» de la informática. Es decir, la adopción de los medios sociales por parte de las empresas y la consecuente habilitación del gigantesco arsenal de dispositivos móviles (tabletas, teléfonos inteligentes tipo iPhones, dispositivos que corren sobre sistemas operativos tipo Android, etc.) que se encuentran disponibles en el entorno empresarial.

Este escenario contrasta radicalmente con aquel que predominaba hasta hace poco, en el que los departamentos corporativos de tecnología de la información determinaban qué tecnologías (como en el caso de los computadores personales) eran las llamadas a popularizarse.

La ola de consumerización anega el mercado actual y no parece que vaya a amainar su fuerza en el futuro. Por el contrario, según la firma Gartner, se espera que para 2013, cerca del 75% de las nuevas aplicaciones de negocios incorporen funcionalidades de gestión de medios sociales y que una considerable porción de éstas se utilice a través de dispositivos móviles.

Son escasas las tecnologías en la historia universal que, como los teléfonos inteligentes, revolucionaron de manera tan drástica y acelerada la vida de todos los seres humanos.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), existen cerca de 6,000 millones de dispositivos móviles en el planeta. Es decir, más de uno por cada adulto vivo en el mundo. Las suscripciones a servicios móviles de banda ancha crecieron durante el último cuatrenio a una tasa promedio de 45 por ciento cada año, mientras que la penetración global de los dispositivos móviles se acerca a un impresionante promedio de 87 por ciento a nivel orbital (79 por ciento en las naciones en vías de desarrollo).

Ya no es insólito ver cómo gente que vive en los arrabales de las ciudades de India (o, para el caso, personas de escasos recursos de cualquier lugar del mundo) que, a pesar de sus evidentes limitaciones pecuniarias, cuenta con algún dispositivo móvil. ¿Por qué sucede esto? Porque los teléfonos móviles se convirtieron en la piedra angular del desarrollo de la economía global. Múltiples estudios demuestran que la adquisición de 10 de estos equipos por cada 100 habitantes de cualquier nación del mundo desarrollado aumenta su tasa de crecimiento del PIB entre medio y un punto porcentual.

Tomemos el caso de ciertos pescadores que viven en las aldeas remotas de Bangladesh: En lugar de tomar el producido de sus labores, viajar al mercado más cercano y afrontar los vaivenes en precios asociados a la economía local, pueden ahora utilizar sus teléfonos móviles de menos de 20 dólares de valor y realizar diversas llamadas hasta encontrar el mejor postor.

Por otra parte, en el Reino Unido, una nueva raza de pequeñas empresas emergentes se hizo merecedora del mote de «TOTs» (por las siglas en ingles para empresas de doce meses de antigüedad, optimistas y orientadas hacia la tecnología). Compañías que crecen a un ritmo superior al promedio e incrementan sus niveles de ingresos de manera acelerada, gracias a una notable dependencia de las tecnologías móviles, esencial para su éxito.

Estos son sólo dos ejemplos entre muchísimos. Y el verdadero impacto de las comunicaciones móviles está aún por experimentarse. Actualmente, la mayoría de los teléfonos móviles en uso son dispositivos de comunicación de voz, aunque la vertiginosa difusión de los teléfonos inteligentes alrededor del mundo nos puede dar una idea de lo que vendrá.

Es precisamente ese potencial que se vislumbra en el horizonte el que incita un entusiasmo anticipado entre quienes percibimos que de allí surgirá la siguiente ola de oportunidades de negocios para las empresas del mundo entero.

A medida que las aplicaciones de software logran poner más servicios a disposición de los usuarios, se abrirán nuevos universos. Consideremos el caso del iPhone de Apple: aunque sigue siendo catalogado como un teléfono móvil, es en realidad una máquina móvil de software que permite, a través de múltiples aplicativos, ser configurada a la medida de las necesidades del usuario, recopilar información y conectarse con otros individuos, en el momento y en el lugar que lo deseen.

El software transformará las comunicaciones móviles como lo hizo con la industria de las computadoras y de la PC. Si nos remontamos a un pasado no muy distante, el sector de la computación vio cómo el software, al racionalizar los procesos y elevar la eficiencia del hardware, habilitó modelos de negocios inéditos, revolución que condujo a una era de notoria prosperidad, no sólo para las naciones del mundo desarrollado, sino para todos los habitantes del planeta.

Animados por la progresiva caída de los precios de los semiconductores y las pantallas de visualización, cada vez más personas optarán por adquirir teléfonos inteligentes. Así como hace una década era inconcebible acceder a dispositivos móviles por menos de 20 dólares, pronto veremos teléfonos inteligentes ofrecidos a precios que hoy parecen irreales.

En unos pocos años, estos dispositivos tomarán el lugar que aún hoy ocupan las terminales de escritorio. De hecho, en el momento de emitir estas palabras, las ventas de teléfonos inteligentes ya superaron las de las computadoras personales.

Por consiguiente, entre los próximos dos a cuatro años, la administración de las empresas a través de teléfonos inteligentes y dispositivos de tableta será una actividad ampliamente generalizada.

Seremos testigos de una explosión en el desarrollo de aplicaciones de software dirigidas a áreas como la banca y la salud móviles. Contemplemos el caso del Standard Bank en Sudáfrica, que acercó sus servicios a decenas de miles de clientes que antes no tenían acceso, ya que permitió que los individuos que habitan en zonas rurales donde las sucursales escasean y se encuentran distantes entre sí, no tengan que viajar hasta las instalaciones físicas, sino que puedan realizar sus transacciones a través de sus teléfonos móviles. Los representantes de la empresa pueden incluso abrir cuentas para cualquier solicitante por ese medio, utilizando innovadoramente funcionalidades comunes de estos dispositivos, como las cámaras fotográficas que sirven para capturar las imágenes de los documentos de identidad requeridos. Esta iniciativa ya está siendo replicada por otras entidades bancarias de todo el mundo. Tal como los cajeros automáticos revolucionaron la manera de acceder a los fondos bancarios, la banca móvil renovará la industria bancaria desde sus cimientos.

En el caso del sector de la salud, existen sensores móviles que permiten monitorear el estado de un paciente y activar una intervención, en caso de que se presenten problemas como presión arterial elevada o concentraciones anormales de azúcar en la sangre. Los dispositivos de tableta ofrecen a los profesionales de la salud la posibilidad de extraer información en tiempo real de diversas fuentes de historiales médicos, para contar con las herramientas necesarias para hacer diagnósticos acertados o prescribir los medicamentos indicados. Los oncólogos del Hospital Charite de Berlín, Alemania, usan estas funcionalidades durante la prescripción de los planes de tratamiento personales que brindan mejores oportunidades de supervivencia a pacientes que padecen algún tipo de cáncer.

Personalmente, lo que más me atrae de las tecnologías móviles es que derriban las barreras excluyentes y dan una oportunidad de acceso a aquellos que, de otra manera, no podrían participar de los beneficios que ofrece la economía digital. Allanan el camino de las personas, porque ponen la información a su alcance en tiempo real. Y al hacerlo, promueven la democracia. ¿Habría sido posible la primavera árabe del año pasado si no hubieran existido los teléfonos móviles que conectaron a las personas y lograron que las noticias concernientes se divulgaran con extrema rapidez, a medida que se sucedían? Muy probablemente, no. Además, la movilidad promueve la transparencia, lo que, a su turno, previene riesgos, fomenta la responsabilidad política, impulsa el crecimiento, libera la creatividad y da poder al individuo. En los países en vías de desarrollo, la única manera de participar en la economía digital es, a menudo, a través de estos dispositivos.

Estas tecnologías conectan a consumidores y empresas de una manera nunca antes vista, abren mercados y crean mejores vías de acceso a la prosperidad para las naciones emergentes.

La mayoría de los análisis y artículos que se divulgarán acerca de las versiones de teléfonos inteligentes más recientes se centrarán en sus capacidades para descargar videos y otras funcionalidades innovadoras y asombrosas. Pero cabe recordar que nuestro planeta no será más productivo ni nuestro mundo mejor por el simple hecho de que sea posible visualizar videos. Deberíamos, por tanto, proseguir en nuestros esfuerzos por idear nuevas maneras de sacar provecho de las funcionalidades que aportan las tecnologías móviles para mejorar la calidad de los servicios de banca y salud que todos los humanos requerimos. Entonces estaríamos marcando una diferencia.

Fuente: Jim Hagemann Snabe, Co-CEO SAP AG – sap.com

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