Miscelánea

El Americano Ilustrado..un clásico de nuestra dramaturgia contemporánea llevado a escena con magistralidad

Por: Julio C. Alcubilla B. El Grupo Actoral 80 presentó con gran éxito, una de las magistrales piezas teatrales de José Ignacio Cabrujas. Dirigida por Héctor Manrique, acompañado por por los primeros actores Luis Abreu, Daniel Rodríguez y Juvel Vielma. Me permito a través de éste aporte, brindarles un análisis general de la dimensión de ésta obra y mis valoraciones críticas. 

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Cabrujas escribe ésta obra, continuando con su ideario o visión de proponerse difundir a través de sus textos la identidad nacional, tomando a la historia como inspiración o metáfora de su dramaturgia, luego de haber jugado con el onirismo pleno de supersticiones de sus anteriores obras teatrales. 

Éste dramaturgo venezolano se caracterizó por ese trascendente sentido del humor, el monólogo como estrategia para dejar al descubierto las individualidades y por momentos, corrosiones humanas, acompañadas de un ritmo muy dinámico de sus planteamientos. En sus obras es recurrente  el análisis que escudriña a la sociedad sin cederle concesiones, acercándose a la visión desarticulada, alienante e injusta. 

En "El Americano Ilustrado", Cabrujas continúa planteando los temas de sus anteriores producciones, pues en ella se pone de manifiesto ciertas reiteraciones observadas en Acto Cultural, utilizándose el mismo como punta del iceberg. Nuevamente su constante preocupación del país en los aspectos que no podemos ser indiferentes, a través de un núcleo dramático, en el que se exponen latitudes afectivas, son las claves que han de trascender a la escena. 

Como lo expone Yoyiana Ahumada, directora y dramaturga… "la imposibilidad de los personajes de Cabrujas  de mantener una relación de pareja, es una manera de enmascarar la falta de concreción de los objetivos personales, en conjunción con las latitudes políticas de sus protagonistas".

Los hermanos Arístides y Anselmo Lander, jóvenes burgueses de la Venezuela en la segunda mitad del siglo XIX, nos muestran el espejo de las  carencias afectivas que inundan a la sociedad, en conjunción con la cobardía que logra culminar en desesperación y pérdidas de valores éticos. 

Es el juego de la dignidad que se quebranta, a través de acusaciones y cobardía, los antivalores de un colectivo en decadencia. La Venezuela de Guzmán Blanco, muestra al personaje Arístides como Director de Protocolo de la presidencia de la república, el cual asciende vertiginosamente a la de Ministro de Asuntos Exteriores y a Anselmo,  un cura parroquial, que inmediatamente es ascendido a Obispo. 

Una obra que nos sintetiza el realismo crítico característico de cierto teatro Latinoamericano, en el que por igual, el acento en el maniqueísmo y la genuflexión ideológica, aluden a un teatro histórico. 

Una irresuelta situación familiar, surge como hipérbole de la máscara del mundo exterior, dentro de un  contexto político, poniendo de manifiesto  los albores de una sociedad que se aniquila. Cabrujas a través de personajes centrales, de profundo y dinámico valor escénico, nos dibuja las dos caras de una misma moneda, pues Arístides y Anselmo hasta la llegada de Rosamunda, son considerados en un parlamento que éste personaje nos ofrece, como Castor y Pólux, los gemelos de la mitología griega.

Ambos personajes, nos invitan a sumergirnos en sus afecciones y visiones políticas, mostrando lo paradójico de sus realidades y lo patético de sus estructuras personales. Arístides  en su rol de Ministro de emergencia nacional, debe negociar la deuda externa con Inglaterra. Anselmo por su parte, en su investidura obispal, intenta hacer eco de su repulsión, por estar enamorado de su cuñada María Eugenia y por su complicidad con el general Pío Fernández, que prepara una invasión próxima a Caracas.Entre lo inercial de la actividad política de Arístides, y la respuesta instintiva de Anselmo, se teje la trama de Cabrujas; cuya estructura se sustenta en dos triángulos de conflicto. 

La puesta en Escena y el trabajo actoral 

Considerar el trabajo en perspectiva ofrecido por Manrique, sin duda me permite reconocer a quienes me antecedieron en el abordaje crítico, aunque prefiero agregar, ciertas valoraciones. 

Ajustada al texto y dimensión escénica de Cabrujas, Manrique nos presenta "El Americano Ilustrado", en connotada clave de humor y bajo un ritmo estrepitoso, el cual por momentos se me hizo de reiterada lectura. Apoyado en el trabajo actoral y la destacada visión del performance, maneja a cada uno de sus personajes destacando en su dirección de actores, comprometido ciertamente en una puesta en escena, jocosa y efervescente, ligeramente alejada de la concepción de su autor.  

Sin embargo, notables actuaciones proponen al espectador, la fluidez de la risa y el entretenimiento, en conjunción con las reflexiones y deconstrucción de las intenciones escénicas, logrando empatía y solidez. El humor desarrollado de manera connotativa, permite que el espectador identifique a partir de su memoria, un espejo que muestra una historia emanada de la ficción de un dramaturgo en 1986, la cual pudiese ser ofrecida a través de una lectura contemporánea inmediata.  Luis Abreu, Daniel Rodríguez y Juvel Vielma, destacan por su trabajo actoral, impulsando al resto del elenco, a iguales o correctos acordes interpretativos. Escenografía, Iluminación y Vestuario, complementan el espectáculo, permitiéndonos conectarnos con una propuesta en extremo jocosa, pero no carente de fuerza y entusiasmo interpretativo. De esta obra el maestro Cabrujas dijo: 

"Como otras piezas que he escrito, "El Americano Ilustrado" insiste en algunas desesperaciones que tienen que ver con nuestra particular historia. Creo haberla escrito con la suficiente inseguridad para no concluir en un consejo, sino en un silencio, que por lo menos me atrevo a compartir, después de tantas perplejidades. El resto como siempre, es un plagio de los seres que he amado".

Sin duda alguna una pieza emblemática de nuestro insigne dramaturgo, la cual arranca desde la ficción, para mostrarnos la memoria e idiosincrasia de nuestro país, sumergido en las irresponsabilidades y ligerezas gubernamentales en la Venezuela de Guzmán Blanco.  Un drama, en el que se manifiesta como los venezolanos hemos perdido casi totalmente a Guayana. Propuesto en un juego mordaz, que acerca indirectamente al espectador, a  la renuncia y la traición a sí mismo. En el que un presidente declara a todo gañote que los papeles del Estado, donde va a discutirse un protocolo, se llenaron de grasa de cochino o de compota de hicacos…Para exponer un conflicto acerca de la considerable extensión de territorio que incluyó hasta el Esequibo y nos alejó de un patrimonio que nos pertenecía como nación.

Ésta obra fue escrita en 1986, Cabrujas en una suerte de epílogos, nos dibuja en su melodrama a una Venezuela que no resuelve el conflicto, no se ofrecen conclusiones definitivas. Se alude a la exaltación del exotismo "a lo venezolano", lo paradójico de la exposición desencarnada, de hecho reales de la sociedad y la familia, como semblanza o respuesta, de una política desacertada. La retórica unida a la ideología sin tregua y al desconcierto como respuesta. 

La probable exageración crítica de su contenido en conjunción con las situaciones arquetípicas. Todos los personajes viven enfrascados en retóricas, permitiendo en el texto, que se perciban los cultismos gramaticales y sintácticos, sin dejar a un lado, la atmósfera humorística. Los personajes cohabitan en el desasosiego, se encuentran y se alejan de la crisis , que nadie la asume como tarea para resolverla…mientras Guzmán Blanco, cree en alguna Gran Venezuela….omitiendo que se cae a pedazos.

Esta obra fue presentada desde el 04 de julio, por el Grupo Actoral 80, en Trasnocho Cultural, C.C.Paseo Las Mercedes y sus funciones fueron Viernes 9:00p.m, Sábado y Domingo 8:00p.m. Dirección Héctor Manrique, Elenco: Luis Abreu, Martha Estrada, Juvel Vielma, Daniel Rodriguez, Ángelica Arteaga, Vicente Peña, Juan Vicente Peña, Wadih Hadaya, Marxlenin Cipriani y Omar Pérez.

Fuente: Julio C. Alcubilla B.-
ARTES ESCÉNICA/TEATRO

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