Ciencias exactas

Resuelto un esponjoso misterio en el borde del Sistema Solar

Nuestro Sistema Solar está pasando a través de una nube de materia interestelar que no debería estar ahí, dicen los astrónomos. Y ahora las naves Voyager con décadas de antigüedad han ayudado a resolver el misterio.

La nube se conoce como la "Pelusa Local" (Local Fluff, también llamada "Nube Interestelar Local"). Tiene aproximadamente 30 años luz de longitud y es una tenue mezcla de átomos de hidrógeno y helio, de acuerdo con un comunicado de la NASA publicado el 23/12/2209. Las estrellas que explotaron cerca, hace aproximadamente 10 millones de años, deberían haber dispersado la Pelusa.

¿Entonces qué la mantiene en su lugar?

"Usando datos de las Voyager, hemos descubierto un potente campo magnético justo fuera del Sistema Solar", explicó Merav Opher, Investigador Invitado en Heliofísica de la NASA procedente de la Universidad George Mason. "Este campo magnético mantiene unida la nube interestelar ["La Pelusa"] y resuelve el viejo misterio de cómo puede existir".

La Pelusa está mucho más magnetizada de lo que cualquiera hubiese sospechado anteriormente", dijo Opher. "Este campo magnético puede proporcionar la presión extra requerida para resistir la destrucción".

Opher y sus colegas detallan el descubrimiento en el ejemplar del 24 de diciembre de la revista Nature.

Las dos sondas Voyager de la NASA han estado saliendo a toda prisa del Sistema Solar durante más de 30 años (*). Ahora están más allá de la órbita de Plutón al borde del espacio interestelar. Durante la década de 1990, la Voyager 1 se convirtió en el objeto hecho por el hombre más lejano en el espacio.

Las naves Voyager, yendo en sentidos opuestos, han revelado, entre otras cosas, que la burbuja alrededor de nuestro sistema solar está aplastada.

"Las Voyagers no están en realidad dentro de la Pelusa Local", dijo Opher. "Pero se están acercando y pueden sentir qué es la nube conforme se aproximan".

Voyager y la heliosfera

Voyager y la heliosfera (NASA / Walt Feimer)

La Pelusa se mantiene justo más allá del borde del Sistema Solar gracias al campo magnético del Sol, el cual está inflado por el viento solar en una burbuja magnética de más de 10 mil millones de kilómetros de diámetro. Conocida como "heliosfera", esta burbuja protege en Sistema Solar interior de los rayos cósmicos galácticos y las nubes interestelares. Las dos Voyagers están situadas en la capa más externa de la heliosfera, o "heliopausa", donde el viento solar se ve frenado por la presión del gas interestelar.

La Voyager 1 entró en la heliopausa en diciembre de 2004. La Voyager 2 la siguió en agosto de 2007. Estos cruces proporcionaron datos clave para el nuevo estudio.

Otras nubes interestelares podrían también estar magnetizadas, imaginan Opher y sus colegas. Y podrían finalmente llegar a algunas de ellas.

"Sus potentes campos magnéticos podrían comprimir la heliosfera incluso más de lo que lo está ahora", de acuerdo con la NASA. "Una compresión adicionar podría permitir que más rayos cósmicos alcanzaran el Sistema Solar interior, posiblemente afectando al clima terrestre y la capacidad de los astronautas para viajar con seguridad a través del espacio".


(*) NdE:

La misión Voyager fue diseñada para aprovechar una disposición de los planetas exteriores del Sistema Solar a finales de los años 70 y principios de los 80, que sólo se da cada 175 años. Esta disposición permitía a una nave "saltar" de un planeta a otro sin incorporar potentes sistemas de propulsión. Al sobrevolar cada planeta, la nave recibía un empujón gravitacional que cambiaba su trayectoria para guiarla hasta el siguiente planeta, y además incrementaba su velocidad. Usando esta técnica de "impulso gravitatorio", el viaje hasta Neptuno se pudo reducir de 30 años a 12.

Aunque la visita a los cuatro planetas exteriores era posible, la NASA no disponía de fondos suficientes para construir una nave que pudiese cumplir este objetivo, así que se decidió que las sondas se dedicasen a un estudio intensivo de Júpiter y Saturno. Se eligió una trayectoria que permitía una cita con Júpiter y una de sus lunas mayores, Io, y otra con Saturno y su luna más grande, Titán. Para el Voyager 2 se dejó abierta la posibilidad de continuar hasta Urano y Neptuno. Las naves fueron lanzadas en el verano de 1977 desde el centro de la NASA en cabo Cañaveral por un cohete Titán Centauro.
 
La misión principal de las Voyager 1 y 2 las llevó a Jupiter a finales de 1979 y a Saturno en  1980. La Voyager 1 levaba una trayectoria que la acercaba más a Saturno para sobrevolar Titán, pero esto la llevó por encima del plano de la eclíptica, impidiendo que tuviera citas con otros planetas. La trayectoria de la Voyager 2 estaba diseñada de tal forma que después de Saturno ib adirigida hacia el planeta Urano.
Cuando la NASA se dio cuenta de que era muy posible que el Voyager 2 llegara a Urano con todos sus instrumentos en funcionamiento, aprobó una extensión de la misión, considerando que la sonda podría llegar hasta Neptuno.

La Voyager 2 se encontró con Urano en 1986, enviando fotos y otros datos del planeta y sus satélites. Mientras tanto, el Voyager 1 seguía alejándose del Sol proporcionando datos sobre el espacio interplanetario. Siguiendo con la Voyager2, ésta se acercó a Neptuno en 1989, y después se dirigió hacia el sur del plano de la eclíptica. Esta parte de la misión se ha denominado la Misión Interestelar Voyager, que pretende encontrar el límite con el espacio interestelar. La Voyager 1 está saliendo del Sistema Solar por el norte, formando un ángulo de unos 35 grados con el plano de la eclíptica; en estos momentos está a más de 520 millones de kilómetros de la Tierra. La trayectoria de la Voyager 2 forma un ángulo de -48 grados con el plano de la eclíptica y está a uno 470 millones de kilómetros de la Tierra.

Viajes de las sondas Voyager

Ambas naves continuarán estudiando fuentes ultravioletas estelares, y sus magnetómetros y medidores de partículas buscarán la heliopausa, el límite entre la influencia solar y el espacio interestelar. Se espera que las dos sondas sigan enviando datos útiles durante dos o más décadas, hasta que sus fuentes de energía no puedan mantener en funcionamiento el transmisor principal.

Nota escrita con información de la Universidad Politécnica de Valencia.

Dato: Las sondas Voyager no son los objetos fabricados en la Tierra que han viajado más lejos. Ese honor lo mantiene la nave Pioneer 10, que ya supera los 7.300 millones de kilómetros recorridos desde que inició su fantástico viaje en marzo de 1972. Más información aquí.

Fuente: Kanijo – cienciakanija.com

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