Ciencia y Seudociencia

Los científicos asumen cosas que no pueden demostrar, que aceptan por un acto de fe; ¿no es entonces la ciencia una religión más?

La religión exige fe ciega, esto es, la religión demanda creer en cosas extrañas a pesar de la evidencia que pueda haber a favor o en contra de ellas. Nada más alejado de la ciencia: en ciencia cada una de las proposiciones debe ser vulnerable a ser rechazada ante la evidencia, de lo contrario, no se las considera científicas. Los científicos tratan de explicar la naturaleza asumiendo la menor cantidad posible de elementos arbitrarios; y si los hechos los lleva a cuestionar alguno de los elementos arbitrarios que habían asumido como fundamentales, no tienen ningún escrúpulo en pasar a otra explicación mejor desechando la anterior. Las religiones no tienen ese privilegio.

La ciencia no puede ser una religión porque las religiones usualmente hacen alegatos morales, cosa que la ciencia no puede hacer sin caer en lo que se conoce como falacia naturalista, que consiste en tratar de descubrir lo que es bueno o malo mediante la observación de la naturaleza. Esta falacia lógica se debe a que en la naturaleza no hay cosas buenas o malas, las cosas sencillamente existen sin ningún tipo de patrones morales que emerjan de ellas. La religión, por su parte, no puede ser ciencia debido a su rechazo a cambiar ante la evidencia; ninguna religión cambiaría si sus postulados fundamentales fueran puestos en duda por los hechos. El debate en los EEUU acerca de la enseñanza de la evolución en las escuelas ilustra perfectamente la diferencia entre ciencia y religión.

Por último, otra diferencia fundamental entre la ciencia y la religión radica en el hecho de que las religiones suponen algún tipo de entidad o poder sobrenatural al que hay que adorar y venerar. En la ciencia no hay adoración de ídolos: se puede respetar e incluso admirar a aquellos que nos han ayudado a resolver alguna pregunta complicada (esta admiración se pone de manifiesto cada año cuando se entregan los Premios Nóbel) pero no hay adoración ciega, si alguien comete un error se le corrige sin importar su apellido o su fama. Por otra parte la ciencia no puede asumir lo sobrenatural, puesto que busca explicar el único mundo al que tenemos acceso, el mundo natural.

Vemos entonces que las diferencias entre la religión y la ciencia ante la evidencia, la veneración, la moral y lo sobrenatural las hace completamente irreconciliables. Esto no quiere decir que los científicos no tengan espiritualidad: su fascinación por la naturaleza y su curiosidad los hace personas extremadamente espirituales, sólo que rechazan la fe ciega, la revelación, lo sobrenatural y a las autoridades establecidas como las mejores formas de comprender mejor el hermoso universo que les rodea.

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Fuente: Lic. Jesús Pineda – cienciayleyenda.net

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