Sociología y comunicación

La era Calvino

Fernando Núñez Noda – PeriodistaDigital.com

El escritor peruano Mario Vargas Llosa declaró hoy que si el computador sustituyera a los libros "se perdería la comunicación íntima" y el "tipo de diálogo" con el lector. Esta disertación sobre las nuevas tecnologías aplicadas a la literatura ha sido uno de los ejes centrales de la intervención del escritor hispanoamericano en… […] "Qué desesperación si la pantalla supliera a las páginas del libro".

Ese reporte de EFE aparece en el blog de Doménico Chiappe «Ficciones y no tanto«, en una discusión que contrapone el apego vargasllosiano al papel con la actitud más abierta de Italo Calvino, quien en sus "Seis propuestas para el próximo milenio" deconstruye el mercado del libro como un «fetiche que no debe inmovilizar la experimentación de nuevas formas.»

Respecto a estas dos posiciones, publiqué un comentario en esa bitácora, que ahora tomo prestado y transcribo a continuación:

Como escritura, la literatura ha sido esencialmente caracteres y espacios vacíos, no otra cosa que signos, letras, números armados en palabras, oraciones, líneas, párrafos, páginas, hojas y documentos, libros en su máxima encarnación. En la ficción, en el ensayo o la poesía, las ilustraciones son una excepción y generalmente hablamos de un reino de lenguaje escrito. Un escritor digamos, tradicional, se plantea los cambios literarios dentro de la escritura misma, desde el uso de la palabra. Está bien «Ulises» de Joyce o «Rayuela» de Cortázar porque se realizan en un mundo borgiano de palabras y libros. Hay caligramas y demás, pero no amenazan la estabilidad de la idea expresada en caracteres.

Muchos creadores no conciben la literatura fuera de ese discurso de palabras en hileras. «No es literatura», dicen. Éste ámbito de contenidos verbales-escritos-leídos dice hasta dónde llega y desde dónde se convierte en otras formas de arte.

Por tanto, más que una cuestión digital-no-digital, resulta intra-o-extra literatura. Qué está en su dominio, en su naturaleza intrínseca y, por otra parte, qué la orbita, qué participa de ella sin serlo enteramente. Por ahí, supongo, podría andar Vargas Llosa, en la cruzada por preservar la forma tradicional de leer literatura: en libros de papel como una forma cultural de pensamiento, más que como un hábito humano.

Pero el mundo no gira en vano. Incluso si sólo hablásemos de texto, de caracteres ASCII, las llamadas TIC ya cambiarían para siempre la mecánica y la dinámica del escribir-leer. Basta el hipertexto para mandar la linealidad al trasto de forma fácil, portátil y libre. Datos dentro de los datos, que se ven o no según convenga, poco a poco hacen de este leer y escribir algo que quizá Vargas Llosa no quiere llamar literatura.

Surge la maliciosa duda de que quizá no había inclusión multimedia en la literatura simplemente porque no se podía. Y ahora se puede.

Entramos en un mundo con recursos de información nuevos y poderosos donde la de Calvino es quizá mejor guía. Si la «imprenta digital» es un hipermedia se hará necesario crear contenidos hipermedia.

¿Pero, literatura?

El autor de este comentario no lo sabe, pero apuesta a que sí. Algo como el paso del relato oral al escrito. O del manuscrito al impreso. Ahora simplemente mezclamos las letras con otros tipos de datos y activamos esas letras para saltar desde allí hacia otros lugares… El de los bits es un multimundo que puede traer con o sin invitación, imágenes fijas o animadas, metadata, los poderosos recursos de interactividad, activación, no-linealidad, programación del diálogo.

No se puede afirmar todavía que la literatura puede ser multimedia, en el sentido de mostrar imágenes, video y sonido. Pero sí parece razonable aceptar que cualquier cosa electrónica, hipertextual o programable que se haga con los textos cae dentro del ámbito ortodoxo de la literatura. De allí que la literatura, al ser ejecutada ahora en el nuevo hipermedio digital, cambie para siempre sin transmutarse en otra forma de arte.

Adquiere nuevas opciones dentro de su ortodoxia. Si se acepta lo anterior, ya estamos a un paso de salirnos y explorar opciones «extra-literatura»: sonido, video o las líneas de tiempo interactivas. Al hacerlo, como Doménico Chiappe en Tierra de Extracción, se logra un producto que, o bien combina literatura tradicional con nuevos recursos o constituye, él mismo, una forma nueva de literatura, a secas.

Y será mejor tomar ese camino con entusiasmo porque lo que viene no son sólo rígidas pantallas de PC sino, literalmente, el papel del mañana: flexible, estirable, barato, vestible, capaz de recubrir desde un visor hasta una pared, capaz de transmitir texto, imágenes, sonido y video.

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Fuente: Fernando Núñez Noda – PeriodistaDigital.com

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