Explican cómo sobrevivir al exceso de información
John Naish es un periodista inglés licenciado en Filosofía y Filología inglesa que perdió la paciencia. De ahí el nombre de su libro, en el que se centra en cómo hacer para sobrevivir a esta época en donde se nos quiere obligar a tener siempre más de todo, en donde se nos enseña que nada es suficiente.
El primer capítulo de su libro se titula "BASTA de información". Si nos suena conocido, no es casual.
En el libro se detalla que nuestra desmesurada avidez de acumular información (léase Internet) hace que seamos como el equivalente digital a los locos que viven en casas llenas de periódicos. Una de las claves surge de una encuesta, en donde la mayoría de las personas indican, al mismo tiempo, por un lado que "Nunca tienen información suficiente" y por otro que "no tienen tiempo de energía para procesar la información que ya tienen". Cuanta más información obtenemos, menos la comprendemos. Estamos complicados, aunque mucho no nos demos cuenta.
Una de las fuentes de esta información es el Henley Centre, una compañía de pronóstico de tendencias mediáticas. Confirman empíricamente lo que ya sabemos: la cantidad de datos con los que somos bombardeados a cada momento hacen que nos estemos volviendo cada vez más "sordos a la información". Tomando como ejemplo al mundo de la mercadotecnia -una de las grandes generadoras de exceso de datos-, han calculado que, por ejemplo, ya menos de una campaña publicitaria convencional de cada cinco tiene un efecto significativo.
Pero lo más grave aquí es nuestra reacción instintiva como seres vivos: cuando nos vemos confundidos ante un exceso de información, lo primero a lo que atinamos es a buscar aún más datos para resolver el problema. De a poco nos vamos transformando en una sociedad que acumula información inútil, casi en su totalidad. Estoy seguro de que más del 90% de la información que tenemos en nuestros discos podría borrarse sin que nos afecte en nada.
Cuando aprendemos un nuevo concepto, nuestro cerebro nos recompensa disparando una segregación de opioides naturales similares a la heroína.
Según Naish, una de las raíces de este problema se centra en que poseemos un un cerebro evolucionado que no reemplazó al cerebro primitivo, sino que se agregó a él. Y ese cerebro antiguo sigue haciendo de las suyas. Nuestros ancestros debían aprovechar al máximo cada nueva información, dado que sus vidas, literalmente dependían de ello:
"En el inicio de la raza humana las novedades (rostros, formas y conceptos nuevos) se daban esporádicamente y disparaban un conflicto mental que se encontraba entre el temor y la curiosidad. Los primeros seres humanos que se animaban a explorar generalmente conseguían las mejores oportunidades para alimentarse y procrear. A medida que pasaron las generaciones, en las mentes evolucionó un sistema de recompensas que alentó la recopilación de información."
Nuestro cerebro puede ser un gran fabricante de drogas ante el exceso de información.
Está demostrado que nuestros cerebros continúan aplicando este mecanismo. Cada vez que aprendemos algo, se produce un "estímulo químico" que genera placer.Un estudio realizado en 2006 en la California Southern University demostró que, cuando aprendemos un nuevo concepto, nuestro cerebro nos recompensa disparando una segregación de opioides naturales similares a la heroína. ¡Droga gratis! ¡A buscar más información!
El estudio considera que parte de la evolución incluye "sentirnos estimulados cada vez que aprendemos algo acerca de nuestro mundo o entendemos ideas complejas o ingeniosas, porque eso nos da una ventaja frente a nuestros rivales. «Los seres humanos están diseñados para consumir información. No es divertido intentar comprender un teorema difícil. Pero una vez que lo logramos, nos sentimos fabulosamente»".
Hasta cierto punto en la historia de la evolución, este sistema de "auto-drogadicción" se limitaba ante cuestiones más riesgosas, como evitar un peligro o saciar el hambre. Pero hoy en día, al menos para algunos, en la comodidad del sillón de la sala no hay demasiados sobresaltos. Según Naish, entonces, "la infomanía puede invadir hasta a las personas más haraganas y menos propensas a correr riesgos, y despertar en ellas un deseo voraz de noticias terribles, textos banales, rumores de celebridades y basura mediática. En tanto sea una novedad, obtendremos un estímulo. Seguimos buscando nuevas fuentes de estímulo porque la recompensa de opioides disminuye cada vez que se repite una nueva experiencia".
"Estamos infoxicados. Somos un conjunto de adictos a la información, forzados, confundidos, aburridos y sobrealimentados. Somos el equivalente digital a los locos que viven en casas llenas de periódicos". Así afirma John Naish en el capítulo inicial de su libro "¡BASTA!". Durante casi 300 páginas, este autor nos sugiere cómo evitar que nuestro cerebro se convierta en una fábrica de drogas debido al exceso de información. Continuamente se nos quiere inculcar el concepto de que nada es suficiente, de que siempre necesitamos algo más, y ¡oh sorpresa!, Internet tiene bastante que ver en ello.
Fuente: Gianni Sabbione – neoteo.com