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¿Qué es la alergia a las proteínas de leche de vaca?

La alergia a las proteínas de la leche de vaca es una de las alergias más frecuentes en la infancia, sobre todo en los niños menores de un año.

Las alergias son una reacción de nuestro organismo frente a una sustancia que en principio es inofensiva, como es en este caso la leche de vaca, y que provoca la activación de nuestro sistema de defensa que actúa contra esa sustancia que considera extraña. En el caso de la alergia a la leche de vaca nuestro organismo reacciona frente a las proteínas de la leche.

Por qué se produce la alergia a la leche de vaca
 
En la leche existen múltiples proteínas capaces de desencadenar la alergia. Las tres principales proteínas de la leche son la caseína, la alfa-lactoalbúmina y la beta-lactoglobulina. Están en la leche líquida y en todos sus derivados, pero no en la carne de vacuno.

Otro grupo son la seroalbúmina o albúmina sérica bovina, la lactoferrina, diversas inmunoglobulinas, y otras. Estas últimas están en la leche y en la carne de vacuno.

Se puede tener alergia a una sola proteína o a varias. Si se tiene alergia a proteínas del segundo grupo, no se puede tomar leche, ni derivados, ni carne. Si la alergia es a cualquiera del primer grupo, pero no del segundo, no se puede tomar leche ni derivados, pero sí que se puede tomar carne, que es lo que pasa en casi todos los casos.

La leche de otros mamíferos, como cabra u oveja, tienen proteínas parecidas y se deben evitar en la alergia a la leche de vaca.

A qué niños y a qué edad afecta la alergia
 
Puede aparecer en cualquier persona, pero aparece con más frecuencia en los niños llamados "atópicos", que son niños con gran facilidad para desarrollar alergia, no sólo frente a la leche, sino frente a numerosas sustancias, que pueden tener antecedentes familiares de alergias y que suelen tener dermatitis atópica.
 
La alergia a la leche puede afectar a niños de cualquier edad. Como la leche es el primer alimento de los bebés, en los niños más predispuestos aparece en los primeros meses de vida. Se puede manifestar ya durante el primer mes, o cuando el niño ya tiene varios meses. La alergia no es instantánea, sino que se va desarrollando con el tiempo, hasta que llega un momento en que alcanza un nivel que es capaz de provocar síntomas. Ese nivel es variable para los distintos niños, y será distinta su edad de aparición.

Cuáles son los síntomas

Puede producir síntomas muy diversos. En la piel puede producir urticaria: esto consiste en la aparición de habones o lesiones abultadas, de color rojo, con picor, que aparecen y desaparecen. A veces se acompañan de edema, inflamación de los párpados o los labios. En la piel también puede provocar aparición y agravamiento de la dermatitis atópica.
 
En el aparato digestivo puede provocar dolores abdominales, tipo cólico, rechazo de las tomas, mala ganancia de peso, vómitos y diarrea. La diarrea puede ser muy brusca y muy aparatosa, con moco y sangre, pero otras veces es una diarrea más leve, sin ser líquida ni muy abundante, pero que puede durar semanas.
 
En el aparato respiratorio puede producir síntomas de asma: tos, "pitos" en el pecho y fatiga; síntomas en la nariz como estornudos, abundante mucosidad y obstrucción.
 
En los casos más graves provoca la anafilaxia, una mezcla de todos los síntomas anteriores, afectando a varios órganos.
 
Los síntomas se pueden presentar a los pocos minutos de tomar leche, sus derivados o algún alimento preparado que contenga leche en sus ingredientes. La cantidad que haya tomado y desencadenado la reacción varía de unos pacientes a otros. Unos necesitan una cantidad grande, y en otros basta con una cantidad mínima. Este tipo de alergia inmediata se suele denominar alergia por IgE.
 
Otro tipo de reacción, sin IgE, es la que suele provocar sobre todo síntomas digestivos, y aparece al cabo de varias horas o incluso días de tomar la leche. Este tipo de reacción se suele llamar intolerancia a proteínas de leche de vaca.
 
Cómo se diagnostica
 
El primer paso para confirmar el diagnóstico son las pruebas alérgicas, que son de dos tipos: pruebas cutáneas y análisis de sangre. Las pruebas cutáneas más usadas son el prick test, en el que se aplican sobre la piel del antebrazo unas gotas que contienen extractos de distintas proteínas de la leche de vaca para observar si aparece una roncha en esa zona, que indicaría sensibilización a esa proteína. Con un análisis de sangre se puede detectar la presencia de anticuerpos (Ig E específica) frente a esas misma proteínas, con un significado muy parecido al de las pruebas cutáneas.
 
Tanto las pruebas cutáneas como las de sangre pueden fallar, por lo que deben interpretarse de acuerdo con el grado de sospecha inicial. Además, existen alergias e intolerancias por mecanismos diferentes que no se pueden detectar con las pruebas alérgicas. Por eso, en muchas ocasiones es necesario hacer una prueba de provocación para confirmar o descartar el diagnóstico. La prueba de provocación consiste en administrar varias tomas de leche (se comienza con una cantidad muy pequeña) para comprobar si se reproducen los síntomas, y se realizan en las consultas hospitalarias.


NdE

No es lo mismo ser alérgico a la leche que sufrir intolerancia a la lactosa.

La alergia a la leche es una reacción del sistema inmunitario a las proteínas presentes en la leche de vaca y sus derivados. Al tratarse de una reacción alérgica, puede afectar tanto al aparato digestivo como a la piel, las vías respiratorias o cualquier otra parte del organismo. La intolerancia a la lactosa es una afectación de la mucosa intestinal que incapacita al cuerpo para digerir la lactosa, que es el azúcar de la leche. Este trastorno afecta sólo a la digestión y se debe a la falta de enzima lactasa en el organismo, lo que impide la correcta absorción de la lactosa. Esto provoca acumulación de gases en el intestino, que se puede traducir en dolor abdominal y dolor de estómago, y puede provocar diarreas y vómitos.

Para detectar estos trastornos es necesario acudir al médico, que realizará tests de tolerancia. Y una vez diagnosticado, ¿cómo hay que actuar? En ambos casos se suprimirá de la dieta la leche de vaca y los productos lácteos, como margarina, yogures, helados de crema, quesos… No obstante, en caso de tener intolerancia a la lactosa, es importante saber que también puede haber lactosa en purés y sopas preparadas, fiambres, pasteles, bollería… Por ello es necesario mirar siempre las etiquetas de los productos.

Fuente: Alicia Sanchez – cometelasopa.com

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