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La bioquímica de la soledad

¿Se siente solo y se resfría con facilidad? ¿Cree que su estado de ánimo puede afectar su estado de salud? Quizás no ande muy desencaminado…
Un estudio sugiere que la soledad puede cambiar la expresión de determinados genes de nuestro organismo dejando a la persona solitaria con un sistema inmunitario más débil y menos defensas frente a las enfermedades. Si se confirma el resultado los médicos podrían prevenir aquellas enfermedades en las que la soledad suponga un gran riesgo como las enfermedades del corazón, enfermedades mentales, infecciones y ciertos tipos de cáncer.

Todo el mundo se siente solo de vez en cuando, pero para algunas personas es mucho peor y se sienten así durante años aunque tengan familia y amigos. Este sentimiento crónico de sentirse aislado socialmente puede tener consecuencias para la salud. Desde hace tiempo los expertos saben que las personas con soledad crónica son más susceptibles a las enfermedades que las demás. Se sabe además que tienen niveles de mortalidad más alta que el resto.
 
Los expertos han tratando de determinar si el riesgo de muerte de las personas con soledad crónica se debe a la carencia de recursos sociales o a la mala asistencia médica, o si se debe al impacto biológico por un mal funcionamiento del cuerpo humano. Sospechaban que el cortisol, una hormona que regula la respuesta del organismo a situaciones de tensión y de amenaza, es el probablemente culpable porque se encuentra en mayor cantidad en personas que se sienten solas. Pero se desconocían los mecanismos que había detrás y había que encontrar la solución al misterio de por qué un antiinflamatorio como el cortisol podría ser el culpable si las inflamaciones están relacionadas con enfermedades relacionadas con la soledad.

Ahora Steve Cole de University of California, Los Angeles (UCLA) y sus colaboradores han hecho un seguimiento de 153 voluntarios entre los 50 y 60 años de edad para estudiar el fenómeno. Los voluntarios fueron calificados según la escala de un test para medir la sensación de soledad que padecían (ver referencias) en función de cómo usaban el tiempo. Además estudiaron el ADN de sus glóbulos blancos sanguíneos para relacionarlo con la puntuación alcanzada en los test.

De los 22.000 genes estudiados comprobaron que 209 de ellos no se expresaban correctamente en los organismos de la gente que sentía sola. Muchos de estos genes estaban relacionados con el control de la respuesta inmunitaria del cuerpo humano. En aquellos con la puntuación en soledad más alta los genes de sistema inmunitario y de control de la inflamación estaban sobreexpresados mientras que aquellos que regulaban la producción de anticuerpos y factores antivirales estaban infraexpresados.

Las diferencias observadas eran independientes de otros factores de riesgo como la edad, el peso, uso de medicación y estatus de salud. Incluso estos resultados eran independientes del tamaño objetivo de la red social, familiar y de amistad de los afectados.

Se pudo comprobar por tanto que los cambios de la expresión genética de las células inmunitarias estaban directamente relacionados con la distancia social experimentada por el sujeto.

Este resultado explica por qué la gente solitaria sufre de inflamación crónica a pesar de tener altos niveles de cortisol y son más vulnerables a los microorganismos y a otras dolencias.

El artículo con estos resultados publicado en Genome Biology es el primero en poner de manifiesto a nivel molecular como la soledad pone a las personas que la padecen en mayor riesgo de sufrir enfermedades, y proporciona un marco molecular para poder entender por qué los factores sociales están relacionados con ciertas enfermedades.

Naturalmente hará falta más trabajo de investigación con una mayor población de estudio para confirmar y medir mejor este efecto. El estudio deja sin resolver algunas cuestiones como saber que se da primero si la soledad o los cambios en la expresión genética. Quizás estudios futuros lo aclaren.

Estos resultados proporcionan blancos moleculares para los que desarrollar medicamentos que palíen los efectos adversos de la soledad. Cole espera que un día los médicos puedan ser capaces de usar marcadores genéticos para identificar a los pacientes de alto riesgo y tratarlos con antiinflamatorios como la aspirina. Según él, aunque esto no les haga más felices o les haga reír en una fiesta, puede mantenerlos más tiempo alejados del ataúd.

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Fuente: neofronteras.com

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