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Los Sims 2: Naufragos

Lejos de su tradicional comodidad urbana, los Sims terminan, no sabemos como, en una isla perdida en medio de ninguna parte. Tenemos por delante una pesada tarea comparable a las aventuras de Robinson Crusoe o, por el contrario, es la penúltima vuelta de tuerca a una de las sagas más explotadas del mundo de los videojuegos.

Los Sims 2: Naufragos tienen el mérito de proponer una idea original. Tras una tormenta, tu Sim, y eventualmente otros cinco miembros de una tripulación que andaba de vacaciones sufrirán un accidente y aparecerán en una isla despoblada. A partir de ahí, se trata de aplicar todos los medios posibles para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de cada uno de los personajes. Tendremos que recoger frutas y conchas, probar distintas hierbas y pescar. Aprenderemos a hacer fuego y a cocinar con medios escasos. Construiremos una choza de paja y tendremos que fabricar nuestras propias herramientas. Y mientras tanto, tenemos que ir al baño de vez en cuando y dormir nuestras horas necesarias. En general, podemos decir que estamos ante un buen episodio de los Sims, y el que diga lo contrario caerá en depresión a causa de sus escasas habilidades sociales.

El nivel de delirio alcanzado por el juego es una de sus principales atractivos, podemos hacer trabajar a distintos chimpancés, crear nuestros propios modelos con pieles de plátanos o hablar a una figura hecha en la arena. El humor típico de la serie se contagia de una situación bastante diferente a lo que solemos ver en los juegos de Electronic Arts. Lo que decepciona del título es la bajada en calidad gráfica que se ha producido si lo comparamos con los primeros títulos de la segunda parte, misteriosamente es un poco peor que los videojuegos del 2005. Las versiones para Playstation 2 y Nintendo Wii no terminan de estar a la altura de lo esperado. Los tiempos de carga para acceder a la más mínima tontería pueden desesperar al más pintado. El ciclo día/noche es tenido en cuenta a lo largo de la partida, las prendas de vestir van dejando de ser útiles con el paso del tiempo y la barba y el pelo les crece a los personajes como buenos náufragos que son. Se pueden recoger, fabricar o recoger cientos de objetos que tienen todos una utilidad muy concreta. Hay lugares muy variados en las distintas islas. Los personajes se convierten en exploradores, silvicultores, botánicos… Al fin y al cabo ese es el espíritu de los Sims, tener la posibilidad de explotar todas las posibilidades de nuestros personajes.

La originalidad del título reside en su tono «Supervivientes», aunque la gran cantidad de frutas, árboles y verduras harán nuestra estancia mucho más sencilla. Hay madera y materias primas en abundancia, en este sentido estar bien alimentados y construir nuestras propias herramientas es una tarea sencilla. La soledad nos llevará a establecer contacto con chimpancés hasta el punto de abrazarlos aunque poco a poco irán apareciendo nuevos Sims y podremos fundar nuestra propia tribu. Otra queja jugable reside en la lentitud con la que se mueven los personajes. A veces nuestro personaje se queda delante de un árbol sin nada que hacer.

En resumen, este es el episodio más exótico del Sims, hay algunas buenas ideas pero una realización decepcionante y la falta de desafíos dan lugar a un videojuego mediocre.

Fuente: gameover.es

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