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Teatro Negro de Barlovento; «La Boda de Sangre AfroCaribeña» (Primera Entrega)

En ésta primera entrega, voy a permitirme primeras consideraciones acerca de la riqueza de éste espectáculo escénico musical de Marvin Huise, en el que una puesta en escena precursora de una adecuada fuerza interpretativa,  versionan la obra original de Fedrico García Lorca.  Más que propiciarme una factura crítica, me cautivó hasta el punto de considerarlo un espectáculo que ha de ser llevado a los escenarios del mundo, como bandera de nuestra historia y homenaje a nuestros afrodescendientes.
Por: Julio C. Alcubilla B. 
Twitter: @editorglobal
Telf. +0412-200.53.90 (Venezuela)
Juise y el Teatro Negro de Barlovento, obligan al espectador a comparar la obra original de García Lorca, le impone revisar su texto, para comprender aún más la grandeza de su propuesta, llevada a la escena en con la dignidad, sincronía y acertado acento, concebido como producto de una fuerza en la que se impone la tierra como madre propiciadora del encantamiento en una estética afrocaribeña. El público disfruta de una experiencia conmovedora, plena de riqueza cromática, ritmo, musicalidad y acentuada búsqueda de los valores originales del temperamento "lorquiano". El cual se une al caribe nuestro, para brindarnos entre gestos, batucadas, tambores, paisajes musicales y sabor de nuestra identidad, una factura teatral rica en el manejo del subtexto y digna en la interpretación gestual.
El tema central de la obra de Lorca, "Bodas de Sangre", ese amor contrariado, surge ante la escena del Teatro Negro de Barlovento, con un ímpetu arrollador, las voces cantadas son tomadas del texto lorquiano y versionadas para nuestro color local, y así declamar con el rico son del caribe, un relato escénico sin precedentes.
Por su parte el triángulo amoroso de la novia, el novio y Leonardo, se nos dibuja con trazos existencialista, propios de una estética realista, pero matizados, influenciados y manejados en una propuesta, en la que danzamos al son de tambores, nos contagiamos con la musicalidad que nos recuerda incandescencias musicales y bailes asentarles de la costa venezolana.  Un escenario más propio de nuestra conciencia, que del espectáculo observado. Concluyendo que nos cautiva, hasta el punto de contagiarnos con su fuerza generadora de sensaciones,  la seducción se hace una en el espectáculo, a través de danza regionalista, acompañamiento musical y cuidadosa estética.
La muerte, referencia y epígrafe de existencias mundanas, más allá del destino trágico y el desenlace, surgen como metáfora y motor desencadenante de brillos vocales y bailes impetuosos,  fuerza contenida en la interpretación gestual y cuidadoso dominio de los desplazamientos, los cuáles junto al vestuario y la belleza escénica, por momentos, catapultan al espectador en estaxis clandestino. 

Se hace imposible hacer la labor del crítico, que debe responder en su equidad, a no ser ten emotivo. Este espectáculo nos quebranta en nuestro ejercicio ético, pues nos envuelve y conquista.

La caracterización de los personajes de "Bodas de Sangre de Federico García Lorca", es indirecta, reflexiva, por momentos búsqueda que se gesta a través de sobresaltos y vivencias. La relación de los personajes ambientados en una tierra Caribeña, más allá de ser detallada o descrita en la fisonomía del elenco y su temperamento dentro de un espectáculo de cierta monumentalidad, se nos ofrece entre sones y canciones, ritmo y espectacularidad generadora de insides.
El ambiente es real, la vida cotidiana, se une a nuestra herencia y tierra venezolana o caribeña, "La negritud", sirve de marco, para atraer al espectador, con su dignidad oferente. El ambiente en tal sentido se hace determinante, dejándonos un sabor a tierra y múltiples deseos que nos proponen nuevos desafíos… clima que se hace oda, curiosamente en la sala Juano Sujo de la casa del Artista, en Caracas, no el aire acondicionado no funciona, ese calor que puede llegar a sofocarnos, se siente matizado por la escena, la cual es notoriamente más calurosa en su planteamiento, más rica, menos prejuiciada, logrando que olvidemos el calor de la sala, para rendirnos ante el  calor del espectáculo. 
Los efectos de luz, probablemente meritaron alcanzar mejor desarrollo, pues el espectáculo requiere un mayor juego lumínico, sin embargo, las entonaciones son de tonos sombríos, destacando el rojo pasionario y el amarillo naranja,  concuerda con la lectura caribeña para una versión que propone, seguir el hilo conductor de Lorca,  el cual supone una boda, pincelada de una próxima tristeza. 
Próxima entrega el análisis.

Fuente: Julio C. Alcubilla B.-
CRÍTICA TEATRAL

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