Miscelánea y otros

El Fenómeno de la Música Digital (Parte II)

Había escrito en mi articulo anterior sobre el las barreras de entrada al mundo digital y su impacto en la piratería y como ambas se relacionan con conceptos como valor, precios y costos.

Continuando con esta idea, es necesario hacer una parada para explicar como la evolución en los formatos fonograficos complican hoy en día las actividades comerciales en la industria discográfica. En rasgos generales, al comienzo el primer formato fue la introducción de las partituras, que eran los ampliamente demandados por los amantes de la música, aquí obviamente existía la limitante que para disfrutar la música uno tenía que ser el intérprete o conocer a alguien que ejecutase algún instrumento (nos viene al recuerdo las historias de los grandes nobles y mecenas que disfrutaban de sus compositores favoritos en la corte).

Muy posteriormente, con la introducción de los medios de reproducción fonomecánicos, se superan grandes limitaciones que resultan en bajos costos, como también en la posibilidad de poder escuchar cualquier composición en cualquier momento por cualquier intérprete. Esta situación "democratiza" la música y la hace mucho más accesible a mayores masas de personas. Obviamente, este dramático cambio, produce nuevas formas y estructuras comerciales.

Hoy en día con el desarrollo de las nuevas tecnologías, estamos en presencia de un importante cambio. Este cambio, aunque no pareciera que alcance a masas mucho más grandes de personas, definitivamente crea la posibilidad para los amantes de la música de obtener una mayor variedad de temas, a costos sensiblemente menores y en un menor tiempo, en dispositivos realmente pequeños y con capacidad móvil.

Aquí definitivamente estamos en presencia de un punto de revisión para la industria del disco como tal. Cuando alguien descarga, por ejemplo vía iTunes un tema por un monto de $0.99, que pudo haber escuchado en la radio, o haber escuchado en el portal del mismo artista o en su blog, o por medio de la recomendación de un DJ (nótese como también se amplia el espectro de formas de difusión del contenido con respecto a lo que estamos acostumbrados), se incrementan las posibilidades de ventas, de crecimiento de mercado, de facilidad de adquisición del contenido y por supuesto su movilidad. Dentro de este ciclo, estamos en un punto donde los dispositivos de almacenamiento digital permiten a las personas tener alrededor de 40.000 temas musicales de buena calidad en un artefacto del tamaño de un telefono celular. Ahora bien, las grandes preguntas son: ¿las personas estarán dispuestas a pagar casi $40.000 en música?, ¿las personas necesitan 40.000 temas musicales para ser almacenados en sus "ipods o mp3 players"?, ¿las personas escucharán todos y cada uno de los posibles 40.000 temas musicales que pueden almacenar?

Podemos encontrar respuestas como que quizás las personas no necesiten 40.000 temas musicales, que nadie va a pagar $40.000 en música y mucho menos para usarlo en un ipod que pueden perder o extraviar facilmente o que la existencia de estos dispositivos estimulan la piratería porque obligan de alguna manera a sus usuarios a usar sus capacidades máximas.

Todos estos puntos parecen ser válidos y convincentes, pero el detalle significativo es que la tecnología y su constante desarrollo producen una situación donde la industria musical esta obligada a dar una respuesta. Obviamente, existen grandes esfuerzos especialmente desde el punto de vista legal para frenar la pirateria que nace en las descargas digitales, pero esta actividad de forma aislada sin contrapartes desde un punto de vista de mercadeo puede minimizar los resultados esperados de estas acciones. La solución además de proteger los derechos autorales y fonomecánicos, debe desestimular la pirateria a través de la creación de mayor valor y creación de nuevos mercados y segmentar los existentes.

Un caso muy emblematico, es el que ocurre en las universidades norteamericanas, donde los niveles de descarga digital ilegal a través de las redes universitarias es sumamente elevado. En ese sentido, diversos servicios de distribución musical han logrado acuerdos para suministrar grandes bloques de descargas (ventas al mayor con grandes descuentos por volumen) a los estudiantes registrados en dichas universidades, de esta forma los costos por descarga tienden a ser cada vez menores lo que produce una decisión economica para el usuario: compro legalmente a bajo precio o descargo ilegalmente a un costo y riesgo muy elevado. La realidad nos indica que los estudiantes estan optando por comprar descargando legalmente, lo que finalmente se traduce en un beneficio para todas las partes: para el autor en el cobro de las regalías, para la disquera por obtener ventas que de otra forma no hubiese obtenido, para la universidad cuando no está comprometida legalmente en descargas digitales sobre su red, para los servicios de distribución digital al poder ofrecer grandes volúmenes de descargas y finalmente para el usuario que puede disfrutar de la música que desea escuchar sin ningún riesgo y que adicionalmente al cerrar el ciclo económico permite la estimulación, producción y comercialización de nuevos contenidos.

Enconces, sobre este ejemplo nace la siguiente inquietud: ¿hay otras formas de crear valor?, defitivamente que las hay, pero lo extenso de ese tema y el corto espacio disponible, me obliga a dejar su respuesta para una próxima oportunidad.

Fuente: Nestor Lubynsky – entretenimientoytecnologia.net

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