Ciencias sociales y humanísticas

Pequeñas acciones en la era de la explotación

Cuando ves que la lluvia que antes se acercaba amenazadora ahora se aleja porque, al parecer, alguien se lo ha pedido para permitir el trabajo previsto; cuando la serpiente de cascabel que casi has pisado se desenrosca a tus pies y se aparta lentamente de tu camino, sin más, y te dicen que es la guardiana de unas inscripciones antiguas y que al permitirte pasar ha entendido que podía mostrártelas, es entonces cuando sabes que estás con gente excepcional, y deseas corresponder a su confianza y respeto con el tuyo propio. Son personas antiguas y sabias a las que entregas con gusto el conocimiento que te piden y el trabajo que implica.

En 2004, la ONG Servicio de Apoyo Indígena (SAI) me propuso colaborar con ellos en Paraguay. Allí, los dirigentes del Paî Retâ Joajú (la asociación de los indígenas paî taviterâ, a los que acompaña SAI desde hace décadas) me encargaron catalogar el patrimonio cultural en su territorio para que pudieran cumplir con la legislación de su país.

Se referían sobre todo a los grabados rupestres que hay en el Jasuka, tierra legalmente suya desde 1993. Jasuka Venda es su cerro sagrado, su Olimpo, el lugar donde surgió Ñande Ru, Dios Creador y Gran Abuelo que inició allí la creación de todo en la Tierra y de la humanidad; allí hizo una gran casa, una oquedad en cuyas paredes rocosas hay muestra inscrita de los animales, las plantas y todo lo necesario para el hombre: un lugar simbólico, especial, para los paî.

Con un equipo del Museo de Altamira (Ministerio de Cultura), subvencionado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo , y con el SAI, he estado trabajando un mes para el Paî Retâ Joajú bajo la supervisión, vigilancia y protección constante de los hombres y mujeres paî designados para hacerlo.

Hemos documentado y excavado el mayor abrigo –cueva natural poco profunda– con arte rupestre del Jasuka: Itaguy Guasu. Se trata de un arte inédito y de unos niveles arqueológicos de interés científico internacional, pero, aun así, la arqueología es solo una parte del proyecto de cooperación científica y cultural con los paî y con Paraguay.

Investigar y catalogar para ellos el patrimonio cultural de su cerro sagrado refuerza sus propias instituciones, contribuye a su cohesión e identidad, a su pervivencia como pueblo; uno se siente muy recompensado con el trato recibido y con la experiencia personal, emocionante y emotiva, íntima.

Pero también queda un regusto amargo. Se encoge el ánimo al pensar que esto es muy poco comparado con lo que se hizo antes en su contra; que no devuelve a los paî el gran beneficio que otras personas –muy pocas, extranjeras o paraguayas– obtuvieron  antes arrasando su bosque, ni el que logran ahora de la que fue su tierra hasta hace poco; que este trabajo es casi nada frente a lo que ocurre a los pueblos indígenas en cualquier país; que es un retorno que no compensa lo que provoca en perjuicio de los indígenas la globalización del comercio y del consumo, y que sólo les lleva una ínfima parte del beneficio que aquí nos llega de esa misma globalización.

Bertold Brecht, en 1930, decía en un poema sobre las pequeñas acciones: «Al mundo así no se le cambia, las relaciones entre los hombres no se hacen mejores. No es ésta la forma de hacer más corta la era de la explotación».

Y Augusto Roa Bastos, en 1990, apoyando la reivindicación de los paî sobre el Jasuka, acababa un escrito prendiendo como colofón a sus reflexiones sobre la situación de los indígenas los versos misteriosos de una oda de Píndaro:

Hay una raza de hombres

hay una raza de dioses

y hay una raza de hombres elegidos

que hombres y dioses sacrifican

porque son más antiguos y sabios.

En diciembre, entregaremos a los paî, pueblo antiguo y sabio, el catálogo de esta parte de su patrimonio. Ellos cumplirán así la legislación paraguaya, y nosotros volveremos de nuevo cuando lo precisen y quieran, cuando decidan. Cooperar con los paî tavytera me hace sentir extrañamente afortunado, privilegiado.

José Antonio Lasheras es Director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira.

Fuente: José Antonio Lasheras. Publico.es

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