Miscelánea y otros

El PPI y la ciencia en Venezuela

Ismardo J. Bonalde, PhD en Física por la Universidad de Harvard, profesor e investigador asociado titular del Centro de Física del IVIC, realiza un análisis sobre la situación actual del Programa de Promoción al Investigador y afirma que, en lugar de eliminar el programa, debería mejorarse.

El Programa de Promoción del Investigador (PPI) fue creado en 1990 para incentivar, apoyar y reconocer a nuestros investigadores con la intención de fortalecer la investigación científica en el país.

Se estableció como una beca mensual cuyo monto dependía linealmente de la producción científica del investigador y que se sumaba a su sueldo normal. Hace 20 años los sueldos de los profesores universitarios en el país eran muy bajos y no resultaba muy atractivo dedicarse a la ciencia a menos de que fuese por vocación "divina". Indudablemente la necesidad de tener un ingreso adicional era un incentivo para dedicarse seriamente a hacer investigación científica. Tristemente la situación de los bajos sueldos ha regresado. Lo que sugiere que en lugar de eliminar el PPI, como se pretende, se debería mejorar.

¿Por qué no eliminarlo y sí mejorarlo? Porque el PPI fue un innegable éxito.

Los números hablan por sí mismos de manera elocuente. Antes de 1990 nuestra productividad científica como país en términos de artículos publicados en revistas indexadas en el Science Citation Index (SCI) estaba alrededor de 500 artículos al año y crecía a razón de 6.5 artículos por año. Es decir, que en un año se producían solo 6.5 artículos más que en el año anterior.

Luego de la aparición del PPI esta razón de crecimiento se disparó a 44 artículos por año y 20 años más tarde tenemos una producción científica alrededor de 1.300 artículos al año. Casi el doble de lo que estaríamos produciendo si hubiésemos seguido a la tasa de 1990 (tendríamos 630 artículos al año). ¿Puede atribuirse mayormente este crecimiento al PPI? La respuesta es un rotundo sí.

En la década de los 90 el otro mecanismo creado para el fomento de la ciencia fue el financiamiento a grupos por parte del CONICIT alrededor del año 1995, pero los fondos llegaron a los investigadores al final de la década o a comienzos de los 2000. Tampoco tuvieron efectos los megaproyectos Millenium y Misión Ciencia. Esto, por cierto, debería llamar a una profunda reflexión.

Es importante resaltar que la motivación generada por el PPI no fue sólo monetaria. Sumada a ésta estuvo la moral, que resultó ser de mucha más trascendencia. Debido a los relativamente altos estándares exigidos en sus inicios el PPI se convirtió en un símbolo de reconocimiento y de prestigio. No pertenecer a él, aun en sus niveles bajos, implicaba simplemente no ser reconocido como un investigador científico que generaba conocimientos. Era, de hecho lo es, una cuestión de orgullo. No había exclusión como se intenta hacer ver actualmente, simplemente había exigencia de excelencia basada en valores universalmente reconocidos.

En el año 2003 se bajaron sustancialmente los estándares de ingreso al PPI para implementar la política de inclusión. De 115 nuevos ingresos por año hasta el 2002 se pasó a 672 hasta el presente. Se sextuplicó el ingreso por año. Sin embargo, esta "inclusión" no implicó en lo absoluto una mayor productividad científica en el país. Clara evidencia de que los investigadores que formaban parte del PPI para el 2002 y aquellos nuevos 115 que en promedio ingresaban cada año eran los que mayormente sostenían dicha productividad. Simple: a partir del 2003 ingresaron en promedio 557 personas cada año que en principio no tenían justificación.

En su informe Programa de Promoción del Investigador –PPI Serie de Tiempo 1990-2009 el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, adscrito al Ministerio para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, argumenta que con esta inclusión se pasó de 0.18 investigadores por cada 1000 habitantes de la población económicamente activa en el 2002 al 0,58 en el 2009. La UNESCO recomienda no menos de un investigador. Vale decir de manera categórica que un incremento en el número de "investigadores" sin un aumento correspondiente en la producción científica no tiene relevancia ni sentido alguno para un país.

Para los no versados en la materia, un artículo científico es el reporte final de los resultados y conclusiones de un trabajo de investigación. Cuando es publicado en una revista internacional de prestigio, indexada en bases de datos utilizadas mundialmente, este artículo es previamente revisado y evaluado en la mayoría de los casos por hasta tres científicos expertos en el área técnica del trabajo. Una vez publicado en una revista de visibilidad mundial, el trabajo de investigación pasa a ser potencialmente juzgado por todos los especialistas internacionales del área quienes finalmente le darán validez. Por tanto publicar en una revista de alcance internacional no es un lujo o algo superfluo, es una parte esencial de la generación de conocimiento. La universalidad de la ciencia.

Foto de cabecera: Idaho National Laboratory.

Fuente: Ismardo J. Bonalde – universia.edu.ve / Código Venezuela

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