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Ya se pueden distinguir recuerdos falsos de los reales

Hay un problema con los detectores de mentiras, si un individuo miente y éste sabe que está mintiendo puede que el detector ponga en evidencia al mentiroso; pero si el que responde a las preguntas se cree sus propias mentiras probablemente pase la prueba. Incluso de una manera más inocente esto sucede en la vida cotidiana y también bajo ciertas condiciones neurológicas.

El cerebro es una máquina compleja que evolucionó durante millones de años para hacernos sobrevivir, siempre se empeña en dotar de sentido a los vemos, oímos y sentimos, a veces incluso se inventa información si la que recibe no es suficiente. La memoria humana no es como la de los ordenadores, es plásticas, elástica, a veces frágil, imperfecta. Cuando el cerebro recrea un evento de nuestra memoria lo evocamos con fidelidad variable. Con cada evocación el recuerdo es más o más reinventado, siendo cada vez menos fiel a la realidad que pasó. Bajo este punto de vista el mejor recuerdo, el recuerdo mejor conservado, el más fiel, es aquel que nunca evocamos.

Pero a veces hay incluso recuerdos que no son tales, los vivimos como recuerdos, pero son totalmente inventados. A veces son incluso muy vívidos, y estamos seguros de que sucedieron. Quizás a usted le ha pasado que ha mantenido una acalorada discusión con alguien sobre un supuesto hecho y más tarde, pese a estaba muy seguro, le demostraron que estaba equivocado. No fue como usted creía.

Algunos de estos falsos recuerdos pueden haber tenido nefastas consecuencias en algunos juicios. ¿Será posible para un observador exterior distinguir de manera objetiva entre recuerdos falsos y verdaderos de un determinado sujeto? Según dos equipos independientes de investigadores esto es ya posible.

Hace unos días investigadores de University of Pennsylvania liderados por Per B. Sederberg fueron capaces, por primera vez, de distinguir los recuerdos falsos de los verdaderos de unos voluntarios estudiando sus ondas cerebrales. La idea es entender mejor cómo funciona la memoria y diseñar estrategias para ayudar a pacientes con problemas neurológicos.

A 52 enfermos de epilepsia, a los que la administración de fármacos contra su enfermedad no les ayudaba, se les implantó unos electrodos intracraneales para grabar la actividad encefalográfica de sus cerebros y determinar así la zona cerebral origen de sus ataques y poder operarla. Se aprovechó esta circunstancia para solicitar voluntarios en un experimento.

Se les pidió que estudiaran una lista de palabras que deberían de recordar más tarde. Cuando se les pidió recordarlas los voluntarios suministraban palabras correctas que estaban en la lista y otras erróneas que no lo estaban.

Mientras que recordaban la lista se observó la actividad cerebral para así determinar las ondas cerebrales asociadas con el almacenamiento y recuperación exitosa de recuerdos. Encontraron que las ondas rápidas gamma de sus cerebros se incrementaban cuando estudiaban las palabras y cuando posteriormente las recordaban. En estas ondas el voltaje oscila de 50 a 100 veces por segundo.

Vieron que se manifestaba un patrón de oscilaciones gamma en el hipocampo, córtex prefrontal y lóbulo temporal cuando recordaban las palabras. Pero el recuerdo de un hecho cierto comparado con una recuerdo falso induce un patrón de oscilaciones gamma distinto, que posiblemente refleja una recolección de información contextual asociada con experiencias pasadas.

Por tanto el análisis de estas ondas gamma permite deducir si las palabras recordadas durante este tipo de experimentos fueron estudiadas o no en el pasado. O lo que es lo mismo, uno puede ver en la actividad cerebral si algo que se está recordando pasó realmente, incluso cuando la propia personas que recuerda no lo sabe.

A estos enfermos de epilepsia se les opera la región cerebral que origina los ataques, y estos estudios pueden ayudar a los neurocirujanos a reducir el posible déficit cognitivo que puede surgir tras la operación. También pueden ayudar al tratamiento de otros desórdenes neurológicos como la depresión, esquizofrenia, estrés postraumático, etc.

En el segundo estudio llevado a cabo por Roberto Cabeza del Duke University Medical Center y Hongkeun Kim de la Universidad de Daegu en Korea del Sur se ha determinado con certeza si un evento pasado nunca sucedió. En este caso no hubo necesidad de implantar electrodos. Este resultado podría ayudar al diagnóstico temprano del Alzheimer.

La recuperación de información en el cerebro es procesada simultáneamente en dos regiones específicas del cerebro que se centran en aspectos diferentes de los eventos pasados. El lóbulo temporal (MTL) localizado en la base del cerebro se centra en hechos específicos acerca del evento. La red frontal parietal (FPN), localizada en la cima del cerebro es más propensa a procesar la esencia global del evento.

Áreas específicas del cerebro son accedidas cuando uno intenta recordar algo que puede determinar si el recuerdo es falso o verdadero. A veces las personas creen estar muy seguras acerca de eventos pasados que nunca ocurrieron. Este investigador quería entender por qué alguien puede tener esta seguridad acerca de estos recuerdos falsos.

En su experimento estudió la actividad del cerebro de unos voluntarios con resonancia magnética nuclear funcional mientras les hacía pasar por un test estándar que estudia este aspecto de los recuerdos falsos.
Durante el experimento el investigador descubrió que cuando los voluntarios tenían una alta seguridad sobre recuerdos que eran verdaderos la actividad de la región MTL era alta. Esto es lógico porque la MTL hace que los recuerdos sean más vívidos, con detalles específicos. El añadido de detalles hace que aumente la confianza o seguridad sobre un recuerdo verdadero.

Por otro lado cuando los voluntarios se mostraban seguros de recuerdos falsos era la región FPN la que mostraba un aumento de actividad. La región FPN sólo dota de una idea de «familiaridad» a estos eventos, pero no proporciona detalles. Las personas con actividad extra en esta región cerebral tienen una idea general del evento y, aunque se sienten seguros y confiados en que ocurrió de verdad, están equivocadas, y no podrían recordar detalles de ese recuerdo. Este hallazgo, junto con otros, puede ayudar a explicar qué ocurre con nuestros cerebros según el cerebro humano envejece.

Según Valerie Reyna de Cornell University en Ithaca (New York) este resultado pone en evidencia que para los hechos juzgados en los juicios los jurados no deberían de tener en cuenta la seguridad de un testigo en sus respuestas como una señal o indicador de que la respuestas que da son más susceptibles de corresponderse a la verdad.

Como vemos, estos dos estudios demuestran hasta que punto estamos accediendo ya a algo tan etéreo como son los recuerdos de la mente humana.

Fuente: neofronteras.com

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