Miscelánea

Objetividad, subjetividad e intersubjetividad

Al aceptar que nuestros sentidos brindan información válida de la realidad y de las experiencias de nuestros congéneres, encontramos experiencias universales. Por ejemplo, quien cae de cabeza sobre el concreto desde cien metros de altura muere irremisiblemente. Hechos universales como éste se llaman "objetivos". Los postmodernos los llaman "intersubjetivos" por cierto prurito contra la "objetividad"; como les encanta el "todo vale" se rehúsan a usar este término pero la realidad es tozuda: Aunque no lo quieran, hay hechos externos irrefutables.

El conocimiento racional objetivo como algo que se impone de manera incontestable fuera de mí no existe" (1)

"El cristianismo a través de toda su larga historia y hoy por hoy, pone hechos incontestables" (2)

"Los hechos se imponen por sí mismos señor Rodas"(3)

Los filósofos postmodernos proponen ideas tan absurdas que terminan contradiciéndose pocos párrafos después. Son afirmaciones como las siguientes:

"No existen hechos objetivos sino interpretaciones intersubjetivas de la realidad".
"Los conceptos científicos son influidos profundamente por la subjetividad de los científicos".
"La ciencia no es más que un mito moderno tan válido como la mitología de cualquier tribu".
"Las leyes físicas no son más que un constructo social, como las leyes del Béisbol".
"La ciencia es sólo un constructo social enmarcado en la Teoría de la Acción Comunicativa de Jürgen Habermass".
"La ciencia es sólo un cambio errático de paradigmas, al vaivén de las opiniones de los científicos como señaló Thomas Kuhn".

Tanto se repite esta idea en círculos humanistas con poco rigor, que algunos intelectuales acríticos se tragan carnada, hilo y plomada. Así, el Presbítero Carlos Novoa, atacando un artículo sobre los valores del Humanismo Secular, propone:

"El conocimiento racional objetivo como algo que se impone de manera incontestable fuera de mí no existe, ya que las ciencias y todo saber, son una construcción creativa del sujeto personal y social en relación con sus congéneres y con su entorno. En toda comprensión humana hacen presencia los intereses del sujeto cognoscente, luego la ciencia es tremendamente relativa (…) a estos intereses subjetivos y a su necesaria contingencia, ya que todo lo humano es limitado y falible (…) Los paradigmas de hace 100 o 50 años de estos saberes hoy se hallan superados, y los actuales seguramente serán revaluados en el futuro(…) De acá el carácter bastante inestable y gelatinoso de lo científico racional (…) Por todo esto no se puede hablar de una ética o ciencia objetivas, de facto, solo nos queda reconocer que estamos en manos de los vaivenes de la investigación, los consensos evolutivos de la comunidad científica y los consensos éticos mínimos nacionales y mundiales, de los cuales debemos ser sujetos todas las mujeres y hombres de la tierra" (4)

¿Esto es cierto? ¿No hay hechos racionales objetivos? ¿El conocimiento científico sólo es un "constructo" social no relacionado con el mundo exterior?

Para responder, hay que reconocer algunas premisas basadas en la regularidad las percepciones. Aunque es indemostrable, lo más confiable es suponer que existe un mundo exterior a nosotros con personas que moran en él. Quienes lo niegan y creen que su experiencia de los otros es sólo una creación de su imaginación se llaman "solipsistas" y generalmente se encuentran en los hospitales psiquiátricos.

Las personas sanas mentalmente aceptamos que hay una realidad externa poblada por nuestros semejantes; que nuestras experiencias sensoriales subjetivas se relacionan con realidades externas, y que esta correspondencia nos permite conocer el exterior. Este axioma tampoco se puede demostrar lógicamente; es sólo un principio razonable que ninguna persona sana niega. La regularidad de nuestras percepciones día tras día y la navaja de Occam nos brinda la confianza suficiente para aceptar esta postura.

Al aceptar que nuestros sentidos nos brindan información válida de la realidad y que en ella viven personas que se comunican con nosotros, notamos que algunas experiencias son universales, por ejemplo, si no comemos nada durante dos meses, morimos; alguien desnudo y atado a una bomba de termonuclear de 150 Megatones al detonar, irremisiblemente muere. Estos hechos experimentados universalmente, se llaman "objetivos". Algunos filósofos postmodernos los etiquetan como "intersubjetivos", por cierto prurito contra la "objetividad"; les encanta el "todo vale", pero la realidad es tozuda: aunque no lo quieran, estos hechos externos son irrefutables.

La negación esnobista postmoderna del conocimiento objetivo es tan insostenible que sus proponentes suelen contradecirse a los pocos párrafos: basta comparar las tres citas que abren este artículo y que provienen del mismo escrito. Inicialmente dice que no hay "conocimiento objetivo como algo que se imponga incontestablemente" desde el exterior, pero algunas líneas después es traicionado por su inconsciente y se pone a pontificar con "hechos incontestables" que "se imponen por sí mismos"; la negación de la objetividad es psicológicamente insostenible. Richard Dawkins lo expuso de forma diáfana: "Muéstrenme un relativista cultural a 9.000 metros de altura y yo les mostraré un hipócrita". Más aún: sólo alguien esnobista al extremo negaría el hecho objetivo de que millones de personas en el mundo están aguantando hambre; que decenas de miles de Colombianos han caído víctimas del nuestro conflicto armado; que Álvaro Uribe respaldó una guerra de agresión estadounidense que ha matado más de 50.000 iraquíes. Negar la realidad objetiva de estos hechos sería cinismo. ¿Qué credibilidad tendría quien negara la objetividad del hambre y la violencia en el mundo?

Las negaciones sensacionalistas postmodernas de la objetividad científica se basan en tres errores: Primero, caricaturizar la gradualidad de la certeza científica. Segundo: no comprender su naturaleza autocorrectora. Tercero: no comprender la direccionalidad de los cambios de paradigma. Esto se explica a continuación.

En primer lugar, la certeza científica de una proposición está en un continuo que va desde una certeza absoluta hasta una duda absoluta. Algunas ideas están tan bien establecidas, que dudar de ellas sería sinónimo de locura. Por ejemplo, "la tierra no es plana": nada de lo que se descubra en el futuro cambiará este hecho científico. Otras ideas son más dudosas. Por ejemplo, "Las aves evolucionaron de los dinosaurios": aunque hay muy buenos datos que respaldan esta afirmación, podría encontrarse evidencia de que las aves provienen de arcosaurios no dinosaurios, lo que obligaría a descartarla. Otras ideas están abiertas: Por ejemplo, "hay civilizaciones extraterrestres en la vía láctea": aunque es concebible que surja vida en otros planetas, no hay evidencias suficientes para confirmarlo. En un futuro tal vez se pueda dirimir. El que nuevos datos hayan descartado algunas afirmaciones no implica que todo lo que sabemos vaya a ser refutado; hay hechos objetivos que no cambiarán.

El segundo error consiste en creer que, como las comunidades científicas son afectadas por factores subjetivos o sociales, entonces sus resultados también lo son. Esto es un disparate de marca mayor: la subjetividad humana y la influencia cultural sobre un científico influyen en la dirección en la que se investiga, pero no en el resultado de los experimentos. El que un estado decida invertir en industria espacial y otro en energías limpias no hace que los resultados de unos no pudieran ser contrastados por los otros. Incluso el aprecio de un científico por su teoría que le hace falsificar evidencia, no hace que todos los científicos del mundo hagan lo mismo. Precisamente el fraude de "El Hombre de Piltdown" perpetrado en parte posiblemente por Teilhard de Chardin fue corregido por científicos evolutivos. Resumiendo; ninguna motivación humana o cultural cambiará el hecho de que la tierra no es plana.

El tercer error es típico de quien no está en la actividad científica. Los cambios de teorías de una rama de la ciencia no son consensos subjetivos o "intersubjetivos" que se muevan al vaivén del capricho de los investigadores, como plumas al viento. Un cambio de paradigma no refuta completamente a la teoría anterior; todo lo contrario: todo nuevo paradigma tiene necesariamente que incluir como caso particular a la teoría previa. Así, la teoría General de la Relatividad de Einstein puede explicar con más precisión todos los fenómenos de la teoría de la Gravitación Universal de Newton y ésta se puede deducir de la primera si se hace que la relación entre la velocidad de los móviles y la de la luz tienda a cero. La Síntesis Evolutiva Moderna de Morgan, Fisher, Dobzhansky y otros incluye como subteorías previas a la Evolución de las Especies de Darwin y a la Teoría Genética de Mendel. La Moderna Teoría de la Tectónica de Placas incluye como caso particular la Deriva Continental de Wegener.

Cada nuevo paradigma no es una refutación del anterior sino una generalización, un refinamiento. Es un despropósito abismal el tildar a la ciencia de "inestable y gelatinosa" por no entender que el error de los modelos científicos se aproxima asintóticamente a cero a medida que se cambian paradigmas. Un hecho tan simple como el que sigue desautoriza a quien incurra en ello: para planear las misiones espaciales actuales no se usa la Relatividad General de Einstein, sino la teoría previa que generalizó: la Gravitación Universal de Newton. Actualmente se pueden ver fotos de los anillos de Saturno, de los desiertos Marcianos, y de los Mares de Metano en Titan, gracias a la "superada" teoría de Newton.

Notas:

[1]. Novoa, Carlos. SJ. "Respuesta al artículo 'La Moral del Humanismo Secular' ", párrafo 5.

[2]. Ibid, párrafo 16.

[3]. Ibid, último párrafo.

[4]. Ibid, texto disperso en el artículo.

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Fuente: Hernán Toro – escepticoscolombia.org

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