Notas Lúcidas

Vino: Cae el mito de los «expertos»

La vida social, como todo, tiene sus cosas buenas y malas. Entre las peores están esos personajes, infaltables en toda reunión, que pretenden acaparar la atención con una cháchara insulsa donde exaltan sus cualidades cosmopolitas o se vanaglorian de sus vastos conocimientos. Son los expertos en carros, viajes, relojes, moda, arte, música, etc. Política, economía y vinos tal vez sean los asuntos más comunes sobre los que les gusta disertar y donde suelo escuchar los más disparatados argumentos. Y, en este caso, de vino hablaré; sin ser experto.

El vino no suele estar entre mis bebidas favoritas. Nacido y criado en un país tropical y petrolero, adquirí gustos muy específicos en lo que respecta a bebidas alcohólicas; y el vino está lejos en estas preferencias. Pero ello no implica falta de interés en el asunto. Acabo de buscar en mi biblioteca el primer libro que compré sobre vinos, y compruebo que fue en el año 1981.

Llevo casi tres décadas detrás de los asuntos vinícolas. Después de todo este tiempo, solo puede decir que no me gustan los vinos espumantes (un vulgar desagrado por la champaña). Tolero algunos blancos y muy pocos tintos. Prefiero los europeos y en el siguiente orden: franceses, italianos y españoles, con una especial excepción por los "Vinho do Porto". De este lado del mundo, argentinos y chilenos por igual y en cantidades muy limitadas. Nada más.

Se me olvidaba acotar: No me gusta la sangría.

Se preguntarán a qué viene esta latosa descripción de mis gustos. Pues a que me he sentido revindicado (y sé que muchos otros, como yo, también lo estarán) con un artículo aparecido en la publicación The Journal of Wine Economics. Se titula Do More Expensive Wines Taste Better? Evidence from a Large Sample of Blind Tastings ("¿Saben mejor los vinos costosos? Evidencia de una muestra grande de pruebas ciegas").

Resumo a continuación algunos de los hallazgos realizados por estos investigadores, que dicen haber efectuado 6.175 observaciones.

• A menos que sean expertos, los individuos solo pueden encontrar ligeras diferencias entre un vino barato y uno costoso.
• Si se informaba a los sujetos participantes en el estudio cuál era el precio del vino, se presentaba una correlación positiva entre el nivel de placer y el precio.
En algunas pruebas era el mismo vino pero con diferentes precios, resultando favorecido el de mayor costo.
• El mercadeo es uno de los principales canales que inclina las preferencias de los consumidores, pero no es el único. Se comprobó que las opiniones de un experto como Robert Parker (
http://www.erobertparker.com) ejercen poderosa influencia, no solo sobre las preferencia de los vinos sino también en sus precios.
• Los sistemas de clasificación que utilizan algunos famosos expertos son en la práctica poco confiables, por decir lo menos. Cuando se pidió a algunos catadores describir las características de un vino que había sido probado por los expertos, las descripciones no coincidían.

En otro estudio se les pedía descubrir, de entre tres vinos, cuál era diferente de los otros dos. Tan solo pudieron acertar la mitad de las veces, y aquellos que lo hicieron describían diferentes características a las que habían dado los expertos. Los resultados no se diferencian de una selección hecha al azar…
• La única explicación que se pudo encontrar para las diferencias entre los expertos y los sujetos de las pruebas es bastante obvia y simple: Tienen gustos diferentes.
• El más interesante de todos estos hallazgos es que existe una correlación negativa entre la aceptación y el precio de los vinos… A menos que, como ya dijimos, usted sea un experto.

A su salud.
Domingo Subero

……Y el agua embotellada también…

Un reciente informe del Congreso de los Estados Unidos señala que el agua embotellada no es más pura que la que sale de la llave, y además está menos regulada. En efecto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) tiene poca autoridad para controlar la producción de agua embotellada, pues su vigilancia se concentra en el servicio de agua potable.

El reporte fue solo una parte de las críticas desatadas contra la industria del agua embotellada en Estados Unidos, durante una audiencia de la Subcomisión sobre Vigilancia e Investigaciones de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes. "La FDA no tiene la autoridad específica para ordenar a las embotelladoras usar laboratorios certificados para pruebas de calidad de agua o reportar resultados de los exámenes, incluso si se hallan violaciones a los estándares de calidad", señaló el reporte.

"Algunas compañías han alejado a los consumidores del agua de la llave con afirmaciones de salud y pureza que no están respaldadas por cifras públicas", asegura Jane Houlihan, del Environmental Working Group, una organización activista que entregó un segundo reporte a la Comisión. "Los estadounidenses están dispuestos a pagar muchos dólares por el agua embotellada, que cuesta 1900 veces más que el agua de la llave, y usa hasta 2.000 veces más energía para ser producida y distribuida", aseveró en la audiencia el representante Bart Stupak.

Claro que los resultados de estos informes no se aplican exactamente en América Latina, donde el agua de la llave raras veces es verdaderamente potable.

Referencias
– Goldstein, Robin; Almenberg, Johan; Dreber, Anna; Emerson, John W.; Herschkowitsch, Alexis; Katz, Jacob. 2008. Do More Expensive Wines Taste Better? Evidence from a Large Sample of Blind Tastings (documento pdf). The Journal of Wine Economics (Vol. 3, No. 1).
agua.org.mx.

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Imagen de cabecera: pixabay.com (free for commercial use – no attribution required)

Fuente: Domingo Subero – Revista Lúcido

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