Génesis

Aleksei Leonov, protagonista del primer 'paseo espacial' un 18 de marzo de 1965

La misión espacial Voskhod (Amanecer) 2 partió el 18 de marzo de 1965 del cosmódromo de Baikonur (actual Kazajistán). A bordo iban el comandante Pavel Ivanovich Belyayev y el piloto Aleksei Arkhipovich Leonov. Muy pocos sabían que esa misión pasaría a la historia por protagonizar el primer paseo espacial de un astronauta fuera de su nave. Ni siquiera las familias de los cosmonautas habían sido informadas; sólo lo sabían los participantes de la misión y un puñado de altos cargos políticos del PCUS. Además, la televisión y la radio soviéticas retransmitían en directo la misión.

Las naves Voskhod eran una evolución de las Vostok (Este), las primeras naves espaciales en poner seres humanos en órbita. Las principales modificaciones eran el añadido de un retrocohete en el módulo de descenso, y la sustitución del asiento eyectable (en las Vostok, el único tripulante no descendía con el módulo, sino que saltaba en paracaídas al llegar a determinada altura) por dos o tres asientos fijos para la tripulación. Como el habitáculo de la Voskhod estaba refrigerado por aire, los ingenieros decidieron que era demasiado arriesgado despresurizarla (existía el riesgo de sobrecalentamiento). Por eso, en un tiempo récord de nueve meses diseñaron, construyeron y probaron un compartimento estanco hinchable externo a la nave, desde el que el cosmonauta saldría al espacio, y que sería eyectado cuando terminase el paseo.

La primera parte del paseo resultó un éxito. La cámara hinchable se desplegó sin problemas y Leonov pasó de la cápsula a la cámara y de ésta, al espacio. Fué un momento inigualable para Leonov, que se sintió, según sus propias palabras "como una gaviota con sus alas desplegadas, elevándose sobre la Tierra". Un paseo histórico que duró 12 minutos y 9 segundos, acompañado por un mensaje del presidente Léonid Brezhnev desde el Kremlin, en el que les expresaba su orgullo y admiración.

Las cosas comenzaron a torcerse a la hora de volver a la cápsula. Leonov se encontró con que su traje se había hinchado por culpa de la diferencia de presión y no cabía por la escotilla. Tuvo que arriesgarse a desinflar parcialmente el traje espacial utilizando una válvula de emergencia, hasta lograr entrar. Leonov no avisó de lo que pasaba a Belyayev ni al control de tierra, pero éstos debieron notar que había problemas, ya que en ese momento la retransmisión de la misión se  interrumpió bruscamente (en la televisión pusieron otro programa y en la radio, emitían una y otra vez el Réquiem de Mozart). Finalmente, Leonov pasó sin problemas al interior de la cápsula y, tras algunos problemas para cerrar correctamente la escotilla de la nave, se inició la maniobra de reentrada.

Sin embargo, apenas unos minutos antes de iniciar el descenso, los cosmonautas descubrieron que el sistema de guiado automático no funcionaba, lo que les obligaba a realizar la maniobra y los cálculos necesarios de manera manual. Con el nivel de combustible muy bajo, sólo tenían un intento para la reentrada, y Leonov decidió que intentarían aterrizar en las inmediaciones de Perm, al oeste de los Urales. La maniobra no salió como lo esperaban: para utilizar el sistema de descenso manual, ambos cosmonautas debían estar fuera de sus respectivos asientos, pero durante el descenso, debían ir sentados para que el centro de gravedad del módulo no variase.


Entorpecidos por sus trajes espaciales, los dos hombres tardaron 46 segundos en volver a acomodarse en sus asientos, lo que se tradujo en una gran desviación de la ruta prevista. Por si fuera poco, el módulo orbital no se separó del módulo de descenso de manera correcta, por lo que ambos módulos cayeron girando a gran velocidad hasta que se separaron a unos 100 kilómetros de altura. Afortunadamente, los paracaídas y el retrocohete funcionaron perfectamente y el Voskhod aterrizó suavemente en una gruesa capa de nieve de más de dos metros de espesor. Los 46 segundos de retraso durante el descenso se habían traducido en una desviación de varios cientos de kilómetros y habían aterrizado en mitad de un bosque en plena taiga siberiana, al oeste de la ciudad de Solikamsk. Tras volar la escotilla, descubrieron que estaban apoyados contra un árbol, con lo que tuvieron que sacudir el módulo para poder salir al exterior.

La situación en la que se encontraban era muy difícil. Perdidos en medio del bosque, con temperaturas que durante la noche llegaban a -30º, en un lugar donde abundaban osos y lobos, que estaban en época de celo, lo que los hacía especialmente agresivos, y con el único refugio del módulo abierto. No tenían ni idea de cuándo los rescatarían, ni si Moscú habían recibido su comunicación o sabían siquiera donde estaban. En realidad, el centro de control no había recibido la señal de auxilio (a pesar de que si se recibió en lugares tan distantes como Bonn) y las autoridades no tenían ni idea de donde se encontraban, pero dijeron a sus familias que habían aterrizado con normalidad y que estaban "recuperándose en una casa de campo antes de ser trasladados a Moscú".

Ambos cosmonautas estaban acostumbrados a esas difíciles condiciones; Belyayev había pasado buena parte de su infancia en los bosques del norte de Moscú y Leonov se había criado en la Siberia central. Aún así, su preocupación era grande; Belyayev llegó a decir que "nos encontrarán quizá dentro tres meses, con trineos de perros". Por suerte, no tuvieron que esperar tanto. Apenas unas horas después, fueron avistados por un helicóptero que pasaba por allí; pero resultó ser un transporte civil que no tenía capacidad para rescatarlos (el espeso bosque impedía el aterrizaje). Sólo pudieron proporcionarles algo de ropa y comida antes de irse y dar aviso de su situación a los numerosos equipos de búsqueda desplazados a la zona. Los dos cosmonautas tuvieron que pasar esa noche dentro del módulo. Se desnudaron para eliminar la humedad de su ropa interior antes de volver a ponérsela, además de separar la capa aislante de sus trajes para combatir el frio.

A la mañana siguiente, fueron encontrados por un grupo de búsqueda acompañado por guías locales. Tuvieron que pasar otra noche en el lugar, mientras se despejaba un amplio claro en el bosque para que pudieran aterrizar los helicópteros, pero esta segunda noche fue mucho más cómoda, ya que sus rescatadores construyeron una pequeña cabaña en medio del bosque, además de proporcionarles ropa de abrigo, agua caliente y comida. A la mañana siguiente, un helicóptero los trasladó a Perm, y de allí a la base de Baikonur, donde se reunieron con el resto de su equipo, y luego a la ciudad de Leninsk, donde los recibió un comité gubernamental. La duración total de la misión (desde el despegue al aterrizaje) había sido de 26 horas.

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Fuente: laescaleradeiakob.blogspot.com (*)

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