Política y economía

Sobre la posible privatización de Movilnet

El sector telecomunicaciones y de las tecnologías de la información ha sufrido enormes transformaciones a lo largo de los últimos lustros. La convergencia tecnológica y el desarrollo de Apps y servicios sustitutos de los servicios tradicionalmente provistos por las telcos, ahora provistos por OTT sobre la capa de Internet provista por las telco; implica un escenario competitivo que adicionalmente "commoditiza" la infraestructura que estas últimas proveen. La transformación del consumo hacia datos -bytes-, independientemente que este sea Apps de voz, mensajes, streaming, contenido, video, música, etc., hace de las telco simples "utility" que transportan bytes.

Las telco compiten basadas en elementos objetivos de calidad del servicio, por ejemplo, en el mercado de servicios de Internet Fijo o en el servicio de Telefonía e Internet Móvil, vía velocidad de subida y bajada, ancho de banda, baja tasa de latencia, y precios por Gigabyte.

La desintegración vertical entre la infraestructura y los "nuevos" servicios prestados bajo IP, ha hecho que no sólo la gobernanza de la cadena de valor haya pasado de las telcos hacia el consumidor -sustituibilidad "a un click de distancia"- por un lado, sino eventualmente hacia plataformas con fuertes efectos de red -fuertes costos de cambio para el usuario una vez la plataforma consigue la masa crítica-.

Así las cosas, los operadores tradicionales de telecomunicaciones no participan en el negocio de contenido, Apps, streaming, etc., altamente valorado por los usuarios y/o suscriptores. Sin embargo, no solo se continuará requiendo la infraestructura para demandar dichos servicios OTT, sino que se necesita infraestructura de nueva generación que haga posible transportar un consumo exponencialmente crecimiente de datos y contenido. Dichas inversiones continuas y costosas ante entornos de alta competencia, sin participar en los negocios OTT de alto valor; presentan el dilema respecto al alineamiento de intereses entre los proveedores de infraestructura, los proveedores de servicios OTT y los usuarios.

Un ejemplo sirve para visualizar los desafíos a los que se encuentran sometidos hoy día las empresas tradicionales de telecomunicaciones. La competencia en servicios tan dinámicas como el de telefonía móvil, desde hace tiempo en los países desarrollados, y en la actualidad en los países latinoamericanos, muestran la "paradoja" que aún con algún potencial de crecimiento en penetración -para algunos países de Latinoamérica, porque muchos de los mercados mundiales ya se encuentran maduros-, y con un crecimiento enorme del consumo de datos móviles, la caída del precio de gigabyte producto de la competencia; hace que el efecto volumen no llegue a compensar, no sólo el efecto precio del gigabyte, sino adicionalmente la caída en el uso de voz. Es así como se ve un estancamiento en la capacidad de aporte marginal de la telefonía móvil, siendo esta la principal fuente de ingreso para los operadores tradicionales de telecomunicaciones (la situación de servicios como la telefonía fija es mucho peor).

Lo anterior ocurre en un escenario de competencia vía ofertas de empaquetamiento de servicios facilitados por la convergencia tecnológica. Si bien resulta cierto que la telefonía fija y voz móvil se encuentran en desuso, los servicios de Internet Fijo, Telefonía Móvil y Televisión paga -o servicio de contenido por suscripción- pueden y están siendo ofertados a través de planes tipo cuadrupleplay. No contar con un servicio en dicha oferta podría constituir una degradación del servicio para el usuario, y la pérdida de la posibilidad de monetizar o fidelizar -elevando el costo de cambio del usuario o dificultando a la competencia replicar la oferta de empaquetamiento-, a un mismo cliente.

Destaca que, a escala mundial, no suele existir regulaciones y controles de precios minoristas en este mercado en competencia. De hecho, para qué se requeriría si la dinámica expuesta ha determinado una caída de los precios promedios del minuto en voz y de los gigabytes en datos, mientras el consumidor está dispuesto, eventualmente, a pagar más por el tipo de contenido que recibe o trafica sobre la capa de la infraestructura.

La rentabilidad sobre las inversiones cae en este mercado, comprometiendo los incentivos para invertir en nueva tecnología, redes de nueva generación y despliegue de infraestructura. Muchos gobiernos y reguladores han tomado nota de lo anterior, y se encuentran diseñando políticas públicas con menor incidencia en costos y cargas sobre los operadores tradicionales. Por otra parte, si se desea mayor asequibilidad, el Estado también puede pensar en reducir los impuestos que recaen sobre el consumo de los servicios TIC.

La reducción de costos por parte de los operadores, por ejemplo, por medio de la compartición de la infraestructura pasiva, procesos de reorganización que permitan reducir costos -por ejemplo, el uso de bots para atender a los clientes- se hace necesario.

Sin embargo, sin un cambio de paradigma, que incorpore la realidad del sector y su tendencia, especialmente por parte de los reguladores, podría dificultarse que la creciente demanda de datos sea correctamente satisfecha.

Se presagian, en todo el mundo, procesos de consolidación y fusiones entre operadores de telecomunicaciones, para cumplir más eficiente la función de "utility" a la que está forzada a prestar. Estos procesos pondrán a prueba a los reguladores, especialmente a los de competencia, respecto a identificar más ampliamente los mercados relevantes, y facilitar una organización y unas escalas que viabilicen e impriman eficiencia a los prestadores de los servicios de infraestructura.

En Venezuela, el reto es doble, apuntar a reducir las brechas y diferencias con países similares o vecinos, adecuando el marco regulatorio a una visión moderna que finalmente permita modernizar al sector, e incorporar los retos de despliegue de nuevas redes y calidad de servicio para la creciente demanda y consumo de datos.

Recientemente periodistas especializados en la fuente han asomado la posibilidad que Movilnet forme parte de las empresas en manos públicas que puedan pasar a manos privadas, en un mercado donde uno de los operadores privados Telefónica busca un Spin-Off de las operaciones en Venezuela. ¿Por qué sólo la filial de Telefonía Móvil? ¿Por qué no empezar por eliminar los controles de precios que hasta la fecha han sido aplicado sobre el sector telecomunicaciones y audiovisual en el país? Parte del interés de cualquier inversionista por dicha empresa pasa por un marco institucional moderno que incentive las inversiones, las innovaciones y la competencia.

La privatización de empresas en manos públicas puede constituir una buena política. Pero aún pecando de ingenuo, ¿no se requiere previamente un marco institucional mínimo para que cualquier capital quiera invertir en Venezuela? Ni que hablar en un sector tan competido y sometido a retos y transformaciones como el de servicios TIC. ¿Estos temas serán prioritarios en la agenda de la Asamblea Nacional?

Imagen de cabecera: arepatecnologica.

(*) Economista UCV.

Fuente: Enrique González (*)

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