Miscelánea y otros

¿Porqué nos sonrojamos?

Los científicos aún no saben por qué los humanos nos sonrojamos

Un catedrático estadounidense publica un artículo en el que afirma que "somos los únicos primates" que lo hacemos y la teoría de la evolución no ofrece una respuesta que explique por qué necesitamos "una señal tan obvia para comunicar sentimientos"

Dos siglos después del nacimiento del padre de la teoría de la evolución, el naturalista inglés Charles Darwin, los científicos aún no han encontrado todavía una explicación evolutiva de por qué los humanos nos sonrojamos.

Charles Darwin
Charles Darwin, autor de la teoría sobre la evolución de las especies

Según Frans de Waal, profesor de comportamiento de primates de la Universidad de Emory, en Georgia (Estados Unidos), sonrojarse es algo que aún no tiene explicación en la teoría de la evolución.

De Waal hace este análisis en un artículo publicado en el último número de la revista científica británica New Scientist con motivo del aniversario, el próximo 12 de febrero, de los 200 años del nacimiento de Darwin, autor del Origen de las Especies.

"Somos los únicos primates que [nos sonrojamos] en respuesta a situaciones embarazosas o cuando nos sorprenden diciendo una mentira, y uno se pregunta por qué necesitamos una señal tan obvia para comunicar estos sentimientos", señala De Waal.

Los flecos de la teoría de Darwin

La revista dice haber consultado a expertos en evolución para identificar las mayores brechas que aún quedan en la teoría de Darwin (1809-1882). Más de un investigador ha argumentado que aún no hay ni siquiera una explicación desde el punto de vista de la evolución sobre el origen de la vida misma, agrega New Scientist.

El profesor de biología Kenneth Miller, de la Universidad de Brown (Estados Unidos), señala a la publicación: "Sabemos mucho sobre del efecto químico del principio [de la creación] de la Tierra, pero no lo suficiente para resolver este problema".

Por su parte, el profesor en biología Chris Wills, de la Universidad de California, indica que "la brecha entre una colección de moléculas e incluso las células más primitivas aún es enorme".

Fuente: adn.es

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