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Ganar a la lotería: ¿una simple cuestión de azar?

 

¡Hagan juego! ¿o quizás deberíamos decir… hagan cálculos, señores?

Para desafiar a los hados, los jugadores más osados no solo confían en su suerte. En no pocas ocasiones hemos conocido historias increíbles de unos cuantos afortunados que lograron cambiar el rumbo de su existencia, o al menos intentarlo, echando mano de su ingenio, poniendo a prueba sus límites o incluso escribiendo una completa guía para jugar y apostar a través de las matemáticas. Auténticos pioneros que demostraron como las palabras «inteligencia» y «azar» pueden coexistir en la misma frase.

La suerte es para el que la busca… ¡o al menos lo intenta!

Cualquier aficionado a las apuestas y el juego sabe por propia experiencia que la suerte es caprichosa y que por tanto resulta difícil -si no, imposible- hacer algo para ganar en el juego. Sin embargo, los hay que se resisten a someterse a esta tiranía exprimiendo su materia gris para tratar de ganar la partida, con mejor o peor resultado.

No nos estamos refiriendo a los métodos zafios y/o tramposos a los que muchos recurren en su iluso empeño de engañar a la banca. En ocasiones, la inteligencia humana es capaz de desafiar los límites para conseguir un propósito. Veamos algunos ejemplos sorprendentes:

Aunque el final, el resultado no fue el esperado para el protagonista, no podemos menos que reconocerle su ingenio para tratar de cambiar su suerte. Un encargado de la seguridad de la Asociación Multiestatal de Loterías de EEUU, en la que están englobados los más importantes juegos de lotería del país, fue arrestado después de haber alterado el software especialmente creado para los sorteos, de modo que le permitiera conocer los números ganadores por anticipado.

El superordenador contaba con excepcionales medidas de seguridad, lo que no fue impedimento para que el trabajador accediese al mismo y diera el «cambiazo» vía pendrive.

A partir de ese momento y durante casi un lustro, el anónimo trabajador pasó a convertirse en hijo predilecto de la diosa fortuna: apostaba en días y a números concretos, y nunca fallaba. A continuación, revendía los boletos agraciados a terceros, quienes a su vez los cobraban de forma «legal». Pero tanta suerte repentina y repetida atrajo hacia sí no solo las envidias del vecindario sino las sospechas de la policía. Fue descubierto e invitado a pasar una década entre rejas.

Pero no siempre la inteligencia se pone al servicio del lado oscuro. Un caso muy llamativo fue el de un experto en matemáticas de Canadá. Descubrió que en los populares cartones de rasca y gana, se podían saber cuáles eran los números que estaban ocultos aplicando un sistema estadístico. Aunque no empleó mucho tiempo en perfeccionar su método, le bastó para comprobar que funcionaba en la mayoría de los casos. El problema era que resultaba físicamente imposible personarse en todos los locales del país que tuviesen ese tipo de cupones a la venta. En vista de que no podría aprovechar su descubrimiento en beneficio propio, decidió comportarse como un buen ciudadano y compartirlo con los responsables de los organismos de loterías. Estos modificaron el sistema no sin antes darle las gracias por el aviso.

Otra historia en la que se echó mano de ingenio con el loable fin de ganar una lotería millonaria sucedió veinte años atrás en el estado de Virginia (EEUU). Una pareja de Australia adquirió la totalidad de combinaciones de uno de los más populares juegos de loterías del país para llevarse una auténtica fortuna.

La idea era realmente sencilla. En las últimas semanas se había ido acumulando un superbote de 27.000.000$. Las probabilidades de ganar eran de 1/7.000.000. Dedujeron que si lograban obtener esos 7.000.000 estarían en condiciones de adquirir la totalidad de combinaciones, por lo que se llevarían el bote con una certeza del 100%. Así es que se pusieron manos a la obra y en un tiempo récord, lograron reunir a 2500 «socios» que aportaron el capital necesario. El único inconveniente de este plan era que hubiese otros ganadores con los que compartir el premio, aunque, según la ley de probabilidades, el riesgo era menor.

Pero como siempre hay algo que se tuerce en el último momento, en este caso también hubo algo que estuvo a punto de echarlo todo a perder. Nadie había caído en la cuenta de la dificultad que supondría tener que cubrir y validar contra reloj millones y millones de boletos. La realidad fue que, en el momento del cierre de ventanillas, aún faltaban por sellar ¡más de dos millones de boletos!

Sin embargo, esta vez la Fortuna decidió ponerse de cara para premiar la abnegación de estos valientes e intrépidos australianos: no solo consiguieron que la combinación vencedora estuviese en uno de los boletos que habían logrado entregar a tiempo, sino que fueron los únicos acertantes, por lo que se llevaron íntegro el superbote.

Aunque las estupefactas autoridades y organismos de loterías se emplearon a fondo para buscar algún resquicio que les permitiera anular el premio, lo cierto es que no hubo modo: todo había sido hecho de forma legal y transparente. Los 2500 socios que aportaron el dinero, consiguieron llevarse el premio íntegro a su país, y además sin pagar impuestos debido a la ley fiscal en vigor que existía entonces entre Estados Unidos y Australia.

¿Quién dijo que la banca siempre gana?

Fuente: Nuccia80

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