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¿Podría resistir Google un bloqueo de sus usuarios a sus fuentes de ingresos?

¿Puede una empresa que depende tanto de la percepción de sus usuarios como Google tomar decisiones que abiertamente contravienen los intereses de estos? Hipotéticamente, ¿qué ocurriría si una acción creciente entre usuarios de Google apuntase directamente no a un boicot directo de sus productos, algo a día de hoy casi imposible y decididamente poco práctico, sino a un ataque directo a sus fuentes de ingresos?

La reflexión no es baladí: el pasado 18 de enero, una protesta colectiva en la red con más de sesenta mil páginas en negro y con el apoyo, entre muchos otros, de la propia Google, logró torcer la voluntad de un gobierno de los Estados Unidos donde los lobbies de la propiedad intelectual tienen aparente carta blanca, y culminó con la suspensión del proceso legislativo de dos proyectos abiertamente nocivos para la red, SOPA y PIPA.

¿Es posible utilizar el poder de la red para hacer entender a Google que queremos que siga siendo el buscador que responde a nuestros intereses de una manera lo más transparente posible, y no un sistema que promociona u oculta páginas en función de los intereses de un lobby determinado?

A día de hoy, el dominio de Google es aplastante, y está basado además en una premisa: crear buenos productos que todos queremos usar. Pedir a los usuarios que renuncien a usar su motor de búsqueda o su correo electrónico favorito es simplemente absurdo, y solo concitaría un apoyo minoritario, el de aquellos con una postura más radical. Sin embargo, se pueden llevar a cabo otras acciones que posibiliten que Google haga tangible la protesta, al tiempo que ejerzan presión sobre lo más delicado de una empresa: sus fuentes de ingresos. En el caso de Google, además, hablamos de una empresa con un nivel de concentración de ingresos enorme, 37.9 mil millones de dólares en 2011, de los que un 96% provienen de una sola línea de actividad: la publicidad. Si un número mínimamente significativo de usuarios deja de ver la publicidad que Google pone en su red de páginas propias y ajenas, la empresa lo nota.

¿Qué hay que hacer, como usuarios, para privar a Google de nuestra contribución a sus ingresos? Sencillamente, utilizar los mecanismos que la propia Google ofrece para ello. Y alguno más. Vamos por pasos:

  • Vete a la página que especifica tus preferencias de anuncios y, tras identificarte, inhabilita las dos opciones que te encontrarás, haz opt-out tanto de "Anuncios en búsquedas y en Gmail" como de "Anuncios en la web". Hasta el momento, esta opción, relativamente oscura y enterrada en las preferencias del usuario, ha sido claramente minoritaria, pero es la que da permiso a Google para utilizar tus preferencias e intereses, para vender tus impactos publicitarios a los anunciantes por un importe mayor en base a su mayor nivel de cualificación. Bloqueando estas opciones no pierdes ninguno de los servicios de Google, simplemente recibirás publicidad más genérica, no basada en tus hábitos, y puedes volvera a activar las opciones en el momento que quieras.
  • Instala AdBlock Plus en tu navegador y, una vez instalado, vete a sus opciones generales y asegúrate de que la opción "Me gustan los anuncios de texto en las búsquedas de Google; enséñamelos." está desmarcada. AdBlock Plus es una herramienta genial, pero peligrosa: usándola sin definir listas blancas podrías estar privando a tus páginas favoritas de sus fuentes de ingresos. Te recomiendo que vayas a esas páginas, a aquellas en las que la publicidad no te resulta especialmente molesta pero a las que quieres apoyar económicamente, y pulses el botón de AdBlock Plus para dejarlo en verde. Un pequeño gesto, pero que quienes están detrás de las páginas que lees todos los días agradecerán. Si se trata de sitios que abusan de la publicidad y te resultan molestos, déjalos bloqueados. Ya aprenderán. Y ya puestos, si quieres contribuir al sostenimiento económico del desarrollador de AdBlock Plus, puedes hacerlo donando la cantidad que quieras en el enlace que pone "¿Sabías que este es mi trabajo a jornada completa?"

Con estas dos acciones, ya hemos quitado de nuestra vista una parte muy significativa de la publicidad de Google, y además, se lo hemos dicho claramente. Ahora vamos a impedir que recopile información sobre nosotros: instálate DoNotTrack Plus (le dediqué un artículo no hace mucho) o Ghostery y bloquea específicamente el seguimiento de Google. Puedes aplicarlo en su totalidad o puedes excluir aquellos productos o páginas en los que notes algún tipo de problema, simplemente recuerda que lo tienes por si notas algún tipo de interferencia. Como en el caso del plugin anterior, todo es perfecta y fácilmente reversible.

Si quieres ir todavía más allá, intenta sustituir aquellos productos de Google que estimes oportuno.

Sustituir al buscador puede parecer complicado: el mercado, sobre todo en algunos países, se ha vuelto tan hegemónico que da auténtico miedo, y las barreras de entrada a la competencia se han elevado hasta el punto de convertirlo en prácticamente un duopolio. En este sentido, probar a utilizar DuckDuckGo es un gesto tal vez simbólico, pero que algunos pueden querer hacer como compromiso personal. DuckDuckGo es un metabuscador de código abierto combinado con un pequeño crawler propio: utiliza múltiples fuentes y, por una cuestión de principios, no recolecta información personal ni filtra sus resultados en función de la misma, evitando el llamado "efecto burbuja".

¿Más allá? Prescinde de otras cosas. Puedes abandonar Chrome, por ejemplo, y volver a Firefox, que sigue siendo un gran navegador y tiene detrás a la fantástica Mozilla Foundation. O renunciar a aquellos productos de Google para los que encuentres una alternativa razonable, todo depende de tus necesidades y de la criticidad de ese producto para ti.

España es el país líder del mundo en cuota de mercado para Google: no es un país especialmente importante en su cuenta de resultados global, pero sí uno en el que puede medir adecuadamente. Lo importante no es adoptar una posición "religiosa": estaríamos simplemente demostrando a Google que sin sus usuarios, no es nada, y que no puede actuar de espaldas a nuestros intereses o tomar decisiones que abiertamente nos perjudican en funciónd e intereses de terceros. No se trata de "boicotear Google", sino de transmitir un sentimiento, una protesta, y de hacerlo demostrando que, si la acción toma cuerpo, la empresa puede tener un problema. Si Google quiere irse a la cama con los lobbies del copyright, allá ella. Pero no con mi dinero.

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Fuente: E. Dans – enriquedans.com

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