Miscelánea y otros

Niño venezolano descubre un asteroide

David Eduardo es un niño que siempre está mirando hacia arriba. De tanto hacerlo, un día descubrió un asteroide. Parece un cuento, pero es una realidad científica.


El barquisimetano David Eduardo Oviedo descubrió el asteroide 2012 XT 154 cuando solo tenía 13 años. Su hallazgo espacial fue ratificado por astrofísicos de Texas, Estrasburgo y Sidney y certificado por la Asociación Larense de Astronomía.

La astronomía ha hilvanado la vida de David desde aquella tarde en que su mamá quiso comprarle un libro. En la librería, la vendedora hizo lo lógico: a su cliente de poco más de un metro de estatura y que todavía tenía dientes de leche, le ofreció varios libros de cuentos. Pero David quiso comprar un libro sobre el espacio… escrito para adultos.

Tenía seis años y, literalmente, un mundo por descubrir. Y así como Linux, el personaje de Charlie Brown que no iba a ninguna parte sin su manta, David no se separaba de su libro. Aprendió del Sistema Solar, de la Vía Láctea, de agujeros negros, de estrellas y asteroides. Se convirtió en el Astroboy de su familia y, como suele ocurrir con los grandes apasionados, empezó a recibir, siempre, libros y regalos relacionados con el espacio.

Y él siguió aprendiendo hasta que, a los nueve años, apoyado en una maqueta del Sistema Solar, dio el gran salto al espacio.

Un niño entre astroaficionados

En 2009 se celebró el Año Internacional de la Astronomía. Para cumplir con una tarea escolar, David construyó una maqueta del Sistema Solar. Pero no era cualquier maqueta: esta tenía movimiento y un altísimo nivel de detalle. Así que, del colegio, la maqueta de David pasó a exhibirse en el Domo Bolivariano y en el Complejo Ferial de Barquisimeto, en eventos realizados para celebrar la astronomía.

Estos eventos ayudaron a David a conocer a otros fanáticos del espacio que, de paso, estaban muy bien organizados en la Asociación Larense de Astronomía. Y fue de esa manera que dejó de sentirse solo, como si fuera una estrella lejana, y pasó a ser un planeta dentro de un sistema que giraba alrededor del conocimiento del espacio.

A sus diez años, el niño hizo el curso básico de astroaficionado y comenzó a asistir a las reuniones y a participar de las actividades de la Asociación, con tanta soltura y vocación que ahora, que acaba de cumplir 14, es profesor titular precisamente de este curso. Al chico de hablar pausado y estructurado, le toca dictar la clase sobre Sistema Solar.
"En ese primer curso ofrecían una observación del espacio con telescopios. Yo nunca lo había visto fuera de los libros y quedé maravillado. Me tocó un cielo despejado que podría haber mirado durante horas. Fue así como entré, realmente, al mundo de la astronomía", cuenta David.

El asteroide 2012 XT 154

Los cien miembros de la Asociación Larense de Astronomía se acostumbraron pronto a tener a un niño entre ellos. La de David no es una pasión infantil, sino una forma de vida que asume como si fuera un adulto. Entre sus responsabilidades en la Asociación está la de formar parte del equipo de reducción astrométrica. Así fue que descubrió el asteroide 2012 XT 154.

El reto lo planteó la Universidad de Texas, en Austin, entre astroaficionados del mundo. Una vez al año, este campus realiza una campaña internacional de búsqueda de objetos celestes.

Reparte, a través de un programa computarizado llamado Astrométrica, miles de fotografías del espacio tomadas desde diversos observatorios. El 14 de diciembre de 2012, a David le tocó analizar tres imágenes para detectar cualquier movimiento que revelara un objeto espacial.

Durante dos horas no despegó la vista de la computadora: había percibido que algo se movía.

"Hice un barrido de toda la imagen y detecté un objeto muy opaco moviéndose en la zona media. Lo analicé según las características que la International Astronomic Search Colaboration ha determinado para los asteroides y ese objeto cumplía con las exigencias de líneas, curvas y magnitud. Sólo incumplía la de tamaño pues era más pequeño de lo que usualmente es un asteroide", explica David.

Es probable que el 2012 XT 154 sea un asteroide pequeño o que el ángulo de la fotografía espacial no lo muestre en la magnitud correcta pero, tras reportarlo a Austin y tras una espera que lo angustiaba, recibió la noticia que anhelaba: sí era un asteroide y sí se le atribuía al joven David su descubrimiento.

Lo confirmaron los telescopios y miradas expertas de astrocientíficos de Austin y de los observatorios de Estrasburgo, en Francia, y de Sidney, en Australia. Fueron estos últimos quienes vieron, en vivo, al asteroide 2012 XT 154 en acción espacial.

Mientras comienza sus estudios regulares en cuarto año de bachillerato, David se prepara para participar, de nuevo, en la pesquisa de asteroides de la Universidad de Austin. Sueña con descubrir otro porque, así como otros chicos coleccionan barajitas de béisbol, David colecciona asteroides.

Por: Giuliana Chiappe / gchiappe AT eluniversal.com

Fuente: miamidiario.com / eluniversal.com

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